El tobillo derecho de Miriam luce tatuajes: tres letras S y un 666. De vestido rojo, sube la escalera eléctrica junto a Ramón, de traje arrugado y camisa percudida. Van al auditorio HIR del World Trade Center.

—Bonito tatuaje —le digo a Miriam. Cuenta que ella escogió el diseño y la ubicación: «Me lo iba a hacer en la espalda pero quería que se notara. Estoy orgullosa de llevar el signo de mi “papá”». Les digo que es mi primera vez; Ramón contesta: «Ojalá te quedes para siempre con nosotros, con Jesucristo Hombre».

A poco de que el evento inicie, los fieles comentan lo maravilloso que será estar con “Papi”, José Luis de Jesús Miranda, fundador y líder espiritual de Creciendo en Gracia. No estará físicamente, sino en un video. El emblema de la organización domina el escenario: en fondo azul, un águila calva lleva en la garra izquierda una espada y en la derecha un ancla, símbolos del poder masculino y de la salvación, rodeada con la leyenda “Creciendo en Gracia. Gobierno de Dios en la Tierra”. El auditorio de 500 personas está casi lleno.

A mi lado se sienta Estela. Vive en Chalco y se unió a la religión —que promete a sus adeptos la felicidad en la tierra y no en el cielo— hace dos años, tras la muerte de su hijo mayor en un accidente de auto.


La noche del 17 de diciembre de 1973 el boricua José Luis de Jesús Miranda, con 27 años y un pasado de adicciones al alcohol y la heroína, e ingresos a prisión por robo, llegó a su casa en Lawrence, Massachussets. Ya había transitado por la fe pentecostés, bautista y evangelista. Antes de dormir, rezó para decir a Dios lo inconforme que estaba con su vida. De madrugada, una luz inundó la recámara: dos ángeles rodeados por un halo dorado estaban a los pies de su cama: “El Rey de Reyes y Señor de Señores vendrá ahora a ungirte para el Ministerio”. Entonces Miranda vio a Jesucristo: «¡Ay de mí que soy muerto, porque siendo hombre inmundo de labios han visto mis ojos al Rey!», dijo. «Yo he muerto por ti para que estés muerto al pecado», profirió Dios Hijo, que caminó hacia Miranda hasta fusionarse en una sola persona. De inmediato contó la experiencia a sus conocidos, quienes corrieron la voz del “milagro”. Así nació Creciendo en Gracia. O eso cuenta la historia oficial.

Miranda lleva dos polémicos divorcios. En 1978 se casó con Nydia de Jesús, boricua con la que rompió en 1999. Aunque en 2000 ya vivía con la colombiana Josefina Torrez Logreira, fue hasta 2002 que firmó el divorcio con Nydia. A ella le tocaría una pensión de 144 mil dólares anuales y una mansión en Puerto Rico. El “profeta” aún conservaba su BMW, una millonaria cuenta bancaria y su mansión en South Beach. En 2007 la Iglesia Católica lo tildaría de apóstata y llegaría su segundo divorcio. De acuerdo con el Miami Herald, en enero de 2009 su ex esposa Josefina Torrez lo obligó a confesar el uso personal que le dio a los recursos de la congregación, registrada en 2008 como corporación sin fines de lucro. Para entonces, según la Corte de Florida, el matrimonio tenía nueve cuentas bancarias, tres casas, dos autos y joyas, todo valuado en más de cinco millones de dólares.


«Hoy México está de fiesta. Qué bueno saber que hemos sido escogidos por papá desde antes de la fundación del mundo y que siempre hemos sido de él», clama Myrna Cestero, la obispo puertorriqueña que desde el Hotel Emporio, en Reforma, dirige Creciendo en Gracia en México. Viste traje sastre negro y blusa blanca. «Jesús encarnó en papá para decirnos que todo está bien, que tenemos una poderosa cobertura angelical que nos cuida y dirige», continúa, y la euforia del público los hace agitar los brazos y brincar. La banda de rock pop 666, salta al escenario: «Jesucristo Hombre es mi Dios, desde el trueno me consuela, me anima y me cela», entona el vocalista. Una pantalla proyecta la letra del tema para que ninguno de los hombres con traje y corbata, y mujeres enfundadas en sus mejores vestidos, se quede sin cantar hacia el retrato del mesías aficionado a autos, relojes de lujo y guardaespaldas.

Creciendo en Gracia calcula que en México existen por lo menos 5 mil fieles- muchos de ellos indígenas tzotziles y tzeltales- y 102 centros educativos en. Allí se difunde la doctrina: no existe el pecado, Jesucristo llegó por segunda vez a la tierra y el catolicismo es culpable del desorden y pobreza mundiales. 17 países latinoamericanos se suman al culto, más España, Francia y Estados Unidos.


Tras una intensa depresión, Graciela, contadora pública, se unió a la grey en febrero de 2007: «me sedujo la personalidad de ese tipo, un verdadero estafador. Fui una idiota», sentencia, y se da unos golpecitos en la cabeza. Recuerda cómo pagaba la “siembra”: un diezmo exento de impuestos que puede pagarse vía internet o en sobres cerrados durante las reuniones dominicales.

Los obispos de la religión aseguran que la siembra tiene el único propósito de invertir en material para difundir la palabra del “mesías”: folletos, carteles, cuadernillos y la renta de auditorios para las reuniones.
«Llegué a depositarles $11,000 de un jalón, con tal de sentirme querida y tomada en cuenta», dice Graciela. En 2009, a punto de entrar a la reunión dominical, Lourdes, su hermana, impidió a Graciela el acceso. «¡Ya estuvo bueno, te lavaron el cerebro! ¿Eres millonaria o qué?», increpó furiosa. Le dolía que Chela hubiera descuidado el trabajo y a su hija. Fue la última vez que acudió.

— ¿Le quedaron ganas de volver?
— Sí… ¡a mentarles su 10 de mayo!
— ¿Cómo rompió el vínculo?
— Con terapia sicológica y mucha fuerza de voluntad; es como una droga. Pasé un divorcio muy duro y allí busqué refugio.
— ¿Por qué no los denunció?
— Sería pérdida de tiempo; estoy bien y eso es lo que cuenta. No quiero problemas.


En la pantalla central aparece José Luis de Jesús Miranda, quien tiene un museo dedicado a su memoria en San Juan de Puerto Rico: ropa, fotos y supuestos diarios místicos se exhiben como reliquias. El llamado Jesucristo Hombre, Rey de Reyes, encarnación de San Pablo, Anticristo y Dios en la Tierra, aparece con gorra y chaleco azules. Una camisa negra cubre los tatuajes en sus antebrazos, los mismos que convoca llevar a sus fieles. En el izquierdo porta el 666, «para nosotros no tiene nada de malo: papi nos ha enseñado que significa sabiduría y prosperidad», dice Estela. En el derecho, con letras góticas, SSS: Salvo Siempre Salvo.

«Hola a todos mis corderos», saluda a sus adeptos, que gritan y silban. «Ustedes son primicias para participar conmigo en la transformación». Su presencia virtual dura pocos minutos y se despide con un: «Los quiero mucho y prontito estoy con ustedes, México, mi querido México». Otro mar de alaridos. «No creo que venga, siempre está muy ocupado», espeta un hombre a mi lado. “Papi” dedica la mayor parte del tiempo a Telecracia y Netgracia, sus canales de televisión y radio por internet. Con ellos difunde el “Evangelio de la Incircuncisión”, que “lleva a la libertad gloriosa, sin fingimientos”, asegura en la gaceta Última Reforma.

Dicho evangelio asegura que el pecado no tiene efecto alguno en el hombre “porque Cristo lo quitó para siempre”. Sin embargo, “toda tentación es humana y debemos cuidarnos de ella”. En pocas palabras la gente cosecha lo que siembra. “Tampoco ofrecemos salvar el espíritu, porque Jesús ya lo hizo, buscamos salvar nuestra carne”.

Como número final sube al escenario un grupo de nueve niños menores de 12 años, con playeras anaranjadas que dicen: “100% bendecido. Hoy es el mejor día de mi vida”.

—Me voy, sólo vine para ver a papá. ¿Te quedas?—pregunta Estela. Más personas comienzan a irse. Se despide con un «bendecido seas. Ojalá te haiga (sic) gustado y este sea el comienzo de una nueva vida». Aún eufórica baja por las escaleras eléctricas donde, segundos después, el 666 tatuado en su codo izquierdo se pierde de vista.