En psicología, la “disonancia cognitiva” se presenta cuando una persona tiene dos (o más) creencias o emociones que se contradicen entre sí, por lo que, para reducir esa diferencia, tratan de buscar explicaciones para justificar el lado hacia el que se inclinará.

Por ejemplo, reducir su disonancia cognitiva es lo que hace alguien cuando se pasa un alto y, aunque sabe que hizo mal, da explicaciones como “es que no me podía frenar porque iba rápido” o “es que todavía no avanzaban los que les tocaba el siga”.

Así que muchas personas, a pesar de que saben que están cometiendo un acto gandalla o ilegal, buscan explicaciones para justificar su mal proceder, por lo que aquí presentamos cinco ejemplos de cuando los chilangos tratan de reducir su disonancia cognitiva… o explicar lo inexplicable, que al final es lo mismo.

1. Compro pirata porque los originales los dan muy caros

Parece que nadie se ha dado cuenta (o no han querido darse cuenta), pero la Ciudad de México es un paraíso mundial para la piratería, ya que se vende con impunidad en las calles y hasta negocios establecidos y hay mucha gente que la compra sin culpa alguna.

Las explicaciones de de quienes suelen decir esta frase son algunas como “sale más barato y no hay lana para comprarlo” (como si fuera de vida o muerte tener una película de estreno o una blusa con grandes letras que digan “Gucci”) o que “nomás porque los tenis traen una palomita salen más caros”.

Por más que les expliques que eso equivale a un robo o que muchas personas viven de estas actividades, ellos te dirán que las corporaciones son poderosas y se lo merecen como protesta o algo similar… eso sí, consideran una injusticia que haya gente que pierda empleos cuando cierra una empresa o protestarán cuando su jefe “se pare el cuello” con algún trabajo que ellos hicieron.

2. Yo le compro a los ambulantes del Metro porque así ayudo a esa pobre gente

El reglamento del Metro es claro al decir que está prohibido el ambulantaje en sus instalaciones, así que quien ofrece chocolates, discos, películas, kleenex o el reglamento de tránsito del DF fotocopiado (pirata) están indiscutiblemente realizando una labor ilegal.

Así que si crees que comprarle a estas personas es una especie de buena acción porque “no tienen oportunidades laborales” o “es la única forma que tienen para ganar dinero” necesitas saber que estás siendo cómplice de una actividad ilegal y que, además, alimentas redes de corrupción al interior del Metro… ¿o de verdad crees que cualquiera puede subirse a un vagón del Metro con una megabocina para vender CDs pirata o un juego de plumas?

En realidad, el ambulantaje en el Metro es controlado por mafias que deciden quién puede vender y quién no y que se encargan de que ninguna autoridad “sepa” que están ahí. Así que si eres de los que les compra, ni te quejes de que “tus 5 pesos no ayudan a mejorar las instalaciones” o que “la corrupción en México es culpa del Gobierno”.

3. Si no te gusta, vete en taxi

Esta es una de las respuestas que tiene que aprenderse cualquier microbusero para explicar su falta de pericia, mala educación o imbecilidad extrema cuando un valiente pasajero se atreve a reclamarle que se pasa los altos, maniobra bruscamente o se frena estrepitosamente sin tomar en consideración la seguridad de las personas que van “a bordo de su unidad”.

Esa frase es una excelente muestra de que estos personajes pueden hacer lo que se les pegue la gana sin que nadie les haga nada y puede ser una buena cita textual para grabar algún día cuando alguien en un parque levante un monumento “a la impunidad”.

4. Me estacioné en el lugar de discapacitados porque no me voy a tardar nada/el estacionamiento está lleno/si no, me rayan el coche/yo también soy discapacitado porque traigo fracturado el dedo pulgar de la mano izquierda

Éstas son algunas de las respuestas de muchos chilangos que cometen este acto, que es uno de los más gandallas que existen. Especialmente en estacionamientos donde hay personas de alto nivel adquisitivo, puedes ver autos de lujo propiedad de personas que van al club, la tienda departamental o al restaurante y que no tienen ninguna discapacidad, pero así evitan que el del auto de junto le pegue con la puerta y así caminan menos al momento de regresar a su nave.

También en lugares como bancos o tiendas de autoservicio, no falta el que dice que “se tarda poquito” y por eso se estacionó ahí, poniendo por encima su tiempo que la seguridad de los demás. Si eres de éstos, ni te quejes cuando alguien se estacione en tu entrada o cuando un bloqueo te impida llegar a una cita importante.

5. En el DF está todo, por eso los de ‘provincia’ nos tienen envidia

De entrada, aunque se hayan buscado millones de explicaciones al respecto, decirle “provincia” a cualquier entidad geográfica localizada fuera del Distrito Federal es un acto de superioridad bastante chafa porque la costumbre chilanga de tener todo no quiere decir que sean mejores que otras ciudades o estados.

A su vez, en muchas ciudades de los estados sigue existiendo una costumbre (o creencia) de que, por ejemplo, deben venir a la Ciudad de México para conseguir algo que no encuentran en su lugar de origen o que deben contratar a alguien del “defe” porque está mejor preparado.

La Ciudad de México es una gran ubre… perdón, urbe, en donde hay de todo, pero eso no quiere decir que sea mejor que otras, o ¿tiene el mismo impresionante mar del Caribe?, ¿o el colorido de Oaxaca?, ¿o los impresionantes paisajes de Chihuahua?, ¿o la gran actividad económica de Nuevo León?

Si eres de los que piensan que eres más fregón que el resto de los mexicanos nomás porque vives en el DF, no te quejes de cómo tratan a los mexicanos en Estados Unidos o de los comentarios racistas de Trump.

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