Nada te hace más hipster que caminar por tu colonia mientras paseas a tu perro (de preferencia uno pequeño y ridículo, como un chihuahueño). Recuerda siempre traer algún libro bajo el brazo (en inglés, que compraste en tu último viaje a Nueva York o San Francisco) y tu iPod visible (mediante unos audífonos gigantes por los que desembolsaste una fortuna, porque, claro, AMAS la música).
Tu perro debe tener un nombre chistosón, no obstante ligeramente culto. Bartleby, por ejemplo.