¿En dónde?
En el mismísimo Garibaldi

¿Por qué vale la pena?
Porque la música de los marichis es un clásico mexicano, además de que es la mejor forma de ponerte más alegre/triste/eufórico. Es de las pocas plazas abiertas en la ciudad donde puedes beber sin meterte en problemas. Acá la cosa es que puedes encontrar ofertas de distintos precios y poder musical desde el solista con guitarra, pasando por el modesto trío o un poderoso equipo de mariachis. Tú decides, eso sí, pide una de José Alfredo Jiménez.

¿Cómo le hago?
Súbete a un taxi, o pide uno si quieres más seguridad, pídeles que te lleven a Garibaldi (no hay pierde). Prepárate para pasarla bomba en la plaza central del lugar o en alguno de los tugurios que le rodean.