Por Rodrigo Díaz

Cierto: en la ciudad nos falta mucha conciencia cívica. La cosa es que no ponemos atención en los pequeños detalles. Para subsanar eso, el GDF lanzó un nuevo manual de conducta (algo así como el de Carreño, pero for dummies), y se espera que todos nosotros apliquemos esas recomendaciones así nomás de compadres. Veamos cuáles son y qué tal se puede poner la cosa:

¿Por qué impulsar una medida así?
Porque, en general, los chilangos somos un asco cuidando los espacios urbanos. Usamos las bancas como puestos de venta de piratería, escupimos en la calle, nos robamos letreros. La mera verdad es que, desde nuestro humilde punto de vista, ésta es, quizá, la medida más necesaria.

¿Cómo cambiarán las cosas para bien?
Bueno, tendríamos una ciudad reluciente. Tacubaya no sería apestoso, los parques tendrían bancas limpias para sentarse. Viviríamos en Ciudad Maestro Limpio.

¿Y si se malentiende la medida?
Muchos podrían pensar que la mejor manera de cuidar el mobiliario urbano es llevando el mobiliario urbano a la casa. Y entonces nos quedaríamos sin semáforos, letreros de calles y demás souvenirs urbanos que a muchos les encantan.

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