Olvídense del viejo acomodo de mesas y sillas, en la biblioteca hay cojines en el piso para que los niños se pongan cómodos y disfruten la lectura. En el salón de música también hay cojines para que la cosa sea más lúdica que formal. Han implementado todo un programa de coaching para los chicos que así lo requieran, ya sea déficit de atención o algún otro diagnóstico, además de estrategias distintas para cada niño.  Si presenta problemas de lenguaje su examen será escrito, según cada caso adaptan la currícula. Cada grupo organiza su “mini asamblea” para determinar las reglas del salón, claro, junto con el maestro. Para inculcar el hábito de la responsabilidad y el espíritu de participación, cada mes, aproximadamente, los alumnos adquieren diferentes responsabilidades, desde el mensajero (ideal para los inquietos) hasta los guardianes de la ecología (verifican que las luces se apaguen, la basura se deposite en el bote). Utilizan material Montessori, particularmente para matemáticas. Los salones son como pequeñas papelerías donde vemos coloridos carritos con pliegos de papel, colores, tijeras y alrededor hay repisas con cajas y botes llenos de material didáctico nuevecito.