Aunque este colegio nació hace 50 años ligado al inglés hablado en el condado de Kent en el Reino Unido, es una de las primeras escuelas de la ciudad que incluye el chino mandarín como idioma obligatorio hasta 1º de secundaria (cada año avanzará hasta llegar a 3º), pues apuesta por un futuro más allá de la frontera norte. Este idioma está avalado por el Instituto Chino y la embajada de ese mismo país y su enseñanza atrae a una población escolar del todo ecléctica, con niños de naciones tan lejanas como Nepal o Hong Kong. Por esa misma razón, la escuela hace un buen énfasis en inculcar la tolerancia de todo tipo: racial, religiosa, política y sexual. Se trata de un colegio a puerta cerrada donde los monitores dentro del salón y en casi todos los rincones del edificio mantienen la seguridad. Desde hace dos ciclos escolares, el colegio se ha dado a la tarea de regresar el campo a las manos del niño de ciudad: cada mes salen a un rancho para aprender a plantar, cosechar y hasta a hacer queso. También se le da importancia a las ferias de ciencia locales y a nivel nacional, donde los alumnos han resultado expositores. Es una escuela íntima (300 alumnos en todo el plantel) donde casi todos se conocen y viven en comunidad.