El día comienza así: los niños se forman en el patio y llevan a cabo una rutina de movimientos rítmicos que ayuda a desarrollar la coordinación, la memoria y a seguir instrucciones, acto seguido pasan a su salón, donde cada grupo hace una reflexión o se expresan los deseos del día. Si el tema es el cuerpo humano, por ejemplo, salen al patio y, en pedazos de papel grandes, trazan su contorno, lo observan y aprenden a reconocerse, descubren que son distintos entre sí, de ahí viene la reflexión, por qué somos distintos, cómo somos distintos, o en qué nos parecemos, una vez hecho esto, llegan las conclusiones: yo soy… No sólo aprendieron del cuerpo humano, sino sobre ellos mismos. Esta es la secuencia que se implementa no importa cuál sea la materia o el tema. Además, promueven el trabajo en equipo: si un niño no tiene su material para trabajar porque lo olvidó, puede ayudarlo un compañero; existen los acuerdos del salón que son formulados por ellos mismos. Para una gran población, grandes instalaciones: un gimnasio-auditorio para 850 personas, una alberca semiolímpica techada, campo de futbol, cancha de basquet, biblioteca, sala de cómputo y un edificio de tres niveles para los salones de primaria.