Cuántas veces no escuchaste en la secudaria la voz castrosa de la maestra: ¡¡¡quítense la gorra!!!… Para muchos educadores, esta prenda era una señal inapelable de holgazanería, subversión y desfachatez. A ojos de la autoridad, "el cachucha" era generalmente un revolotoso del que había que tomar precauciones. De nuevo la creencia de que se escondía algo importante y peligroso.

Como accesorio dramático, la gorra abarca un espectro muy amplio de personajes: el jugador de béisbol, el rapero, el malandrín de barrio, el vagabundo y el policía de tránsito.

Personaje al que puedes emular: Adal Ramones.