El humor es cosa seria y el gran caricaturista argentino lo sabía: “Sirve para poner en evidencia las cosas absurdas que hacemos los humanos”, por eso, aunque se fue Quino, se queda Mafalda.

No se creía buen dibujante y desconfiaba del poder del humor. Su propio trabajo se ocupó de desmentirlo: la exactitud de su trazo marcó a varias generaciones de humoristas gráficos y la elegantísima ironía de sus cartones demostró que la risa es muy seria.

Nacido el 17 de julio de 1932, hijo de republicanos españoles, Quino perdió a su madre a los 13 años y a su padre a los 17, doble fatalidad que podría haber contribuido a la mitificación de la infancia y al ánimo pesimista que sobrevuelan su obra.

“Lo que yo hago no cambia nada —le confesó alguna vez al escritor argentino Osvaldo Soriano—, pero mis dibujos, sumados a piezas de teatro, películas, canciones y libros, conforman una obra que podría ayudar a cambiar algo… aunque tengo mis dudas”. Tras su muerte, el pasado 30 de septiembre, esas dudas parecen despejadas.

Se fue Quino, se queda Mafalda y sin Quino, el mundo habría sido peor. Sin Quino, y sobre todo sin Mafalda, la heroína de kínder especialista en incomodar a sus padres gracias a su habilidad para decir lo que el resto del mundo calla. Como Quino la dibujó para una campaña publicitaria de la firma de electrodomésticos Siam Di Tella, el destino de Mafalda parecía unido a una marca de lavadoras.

Se fue Quino, se queda Mafalda

La campaña murió antes de nacer. Gracias a eso la singular niña encontró su identidad en la crítica política, el anticapitalismo y una extraña combinación de escepticismo adulto y rebeldía precoz. Del marketing fallido, el 29 de septiembre de 1964, pasó a ser uno de los emblemas de la época de oro del humor gráfico argentino en la revista Leoplán, y así empezó un recorrido que ya es leyenda.

“Más que un papel, la mujer ha jugado un trapo en la historia de la humanidad”, dice la pequeña feminista. Y cuando en el radio escucha que “hizo el Papa un nuevo llamado a la paz” responde, sombría: “¡Y le dio ocupado, como siempre!”.

Por ese tipo de comentarios, hasta García Márquez y Umberto Eco se declararon sus fans. La tira conquistó a millones de lectores hispanohablantes y convirtió a su protagonista en un auténtico clásico, dada su capacidad de traspasar fronteras y épocas, sin perder vigencia jamás, por eso, aunque se fue Quino, se queda Mafalda.

“El humor sirve para poner en evidencia las cosas absurdas que hacemos los humanos”, le dijo Quino hace años a su colega Tute. Y como bien mostró el genial dibujante, por reírnos de esas cosas hoy todos somos un poco menos absurdos y bastante más humanos.

Se fue Quino, se queda Mafalda: datos que no sabías

Censura, política y publicaciones

En 1973 dejó de dibujar a Mafalda tras descubrir que los miembros de una operación guerrillera argentina habían utilizado sus dibujos. Tres años después, policías allanaron su casa en cumplimiento de una orden del nuevo gobierno militar.

Producto de los conflictos sociales y de la represión política, Quino y su esposa dejaron Argentina para exiliarse en Milán y Madrid. Ya convertido en un verdadero filósofo visual, su trabajo sin Mafalda brilla en los libros Mundo Quino (1963), Bien, gracias, ¿y usted? (1976), Quinoterapia (1985) y la antología Esto no es todo (2002).

Más allá de Mafalda

Como dibujante, Quino creció inspirado por su tío, el diseñador Joaquín Tejón, con quien se educó tras la temprana desaparición de sus padres. A la casa de Tejón llegaban las revistas Life, Esquire, Saturday Evening Post y Paris Match, donde se destacaban el humor mudo de Eldon Dedini, la economía narrativa del ilustrador Saul Steinberg y la sutileza política de los franceses Chaval y Jean Bosc.

Con esas influencias, Quino desarrolló un dibujo muy personal e inimitable, ajeno al virtuosismo, complementado por un enfoque ácido y pesimista de la realidad.

Reacciones

“Se fue un verdadero rockstar de la caricatura”. –Jis.

“Quino fue tan grande que nos ayudó a reír de las noticias que nunca debieron suceder y demostró que la infancia no es un prólogo de la adultez ni una preparación para la vida. Al contrario: la infancia es aquello que corrige a los adultos”. –Juan Villoro.

“Otro irreemplazable nos deja, pero su genio permanecerá intacto para beneficio del mundo”. –Rubén Blades.