Desde que llegó a trabajar como diplomático, el poeta Pablo Neruda se enganchó con México y los mexicanos hasta volverse un enamorado y un aliado del país. Este gran ciudadano latinoamericano vivió en el Distrito Federal de manera temporal pero nunca se fue, dejó recuerdos en su poesía y sus acciones políticas.

Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto fue su verdadero nombre, pero utilizó el seudónimo de Pablo Neruda desde 1920. En el marco de los 40 años de su muerte (murió el 23 de septiembre de 1973) lo recordamos con 11 historias del poeta chileno en la capital.

Cómplice de un delincuente

En mayo de 1940 David Alfaro Siqueiros encabezó un grupo de 20 hombres para asesinar a León Trotsky en su casa de Coyoacán. En septiembre de ese año el pintor mexicano fue encarcelado pero fue puesto en libertad bajo fianza luego de que el tribunal determinó que los 300 disparos contra el inmueble no buscaban matar a nadie. Y para eludir la justicia, Pablo Neruda, entonces Cónsul General de Chile en México, invitó a Siqueiros a pintar el mural “Muerte al invasor” en la biblioteca de la Escuela México en Chillan, Chile. En 1950 Siqueiros y Diego Rivera ilustraron la primera edición del poemario Canto General.

Reclamo presidencial

En febrero de 1969 le escribió una carta amistosa y llena de prosa elegante al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz para exigirle la liberación del escritor José Revueltas preso en Lecumberri por el delito de insurrección contra el orden constitucional, en la misiva le dijo: “Yo reclamo la libertad de José Revueltas, entre otras cosas, porque seguramente es inocente. Además, porque tiene la genialidad de los Revueltas y también, lo que es muy importante, porque lo queremos muchísimo”. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=zgbo5KMy7Tw">https://www.youtube.com/watch?v=zgbo5KMy7Tw</a>

Excursiones bibliográficas y etílicas

Acompañado del escritor Andrés Henestrosa recorría las librerías de viejo en La Lagunilla. En una ocasión frente al libro El gallo pictórico de Juan Bautista, Neruda se aventó sobre Henestrosa cuando iba a tomarlo y le dijo: “¡yo lo vi primero!”, lo pagó y se lo quedó. Frecuentaban bares, Andrés Henestrosa lo recordaba así: “no sé si padecemos o padecimos una insaciable sed, o bien, era una insaciable necesidad de tener en la mano una copa; me trataba como si yo fuera un menor, siendo que él nació en el 2 (1902) y yo nací en 6 (1906)…”.

Gritos nada más

Era un hombre radical, sin embargo, fue amigo de la mayoría de los intelectuales mexicanos de la época, excepto deOctavio Paz con quien tuvo un encuentro personal no muy grato, y si bien no llegaron a los golpes, el intercambio de insultos fue terrible, no se recitaron preciosa poesía.

Amor del bueno

El poeta chileno se expresaba así de la nación azteca: “Yo siento amor carnal por México con los altibajos de la pasión: quemadura y embeleso. Nada de lo que allí pasa me deja frío. Y a menudo me hieren sus dolores, me perturban sus errores, y comparto cada una de sus victorias. Se aprende a amar a México en su dulzura y en su aspereza, sufriéndolo y cantándolo como yo lo he hecho, desde cerca y desde lejos”. <a href="https://www.youtube.com/watch?v=ABpb3B1dW0I">https://www.youtube.com/watch?v=ABpb3B1dW0I</a>

Nombre incómodo

Cuando llegó como Cónsul General a México decidió fundar una revista para dar a conocer su país, en el primer nombre que pensó fue “República de Chile”, pero desistió debido a que la palabra “chile” tiene aquí muchas acepciones “no muy respetables” y se prestaba para el albur. Fue bautizada como Aracunía y se imprimió el primer número con la participación de Alfonso Reyes, la portada mostraba a una mujer sonriendo y mostrando todos los dientes. Neruda envió ejemplares a Chile y el presidente le mando decir: “Cámbiela de título o suspéndala. No somos un país de indios”.

Inspiración mexicana

Pablo Neruda dejó varios poemas y versos donde México y los mexicanos son el tema principal, pues sentía al país muy próximo a su corazón. La mayoría de los versos están en Tercera residencia, Memorial de Isla Negra y Canto general, en este último escribió sobre la matanza los conquistadores en Tenochtitlan: “Alvarado, con armas y cuchillos, cayó sobre las chozas, arrasó el patrimonio del orfebre, rapto la rosa nupcial de la tribu, agredió pueblos, predios, religiones, fue la caja caudal de los ladrones, el halcón clandestino de la muerte”.

Oficina chilanga

A los 36 años fue nombrado cónsul, llegó acompañado de Luis Enrique Délano y comenzaron a despachar en la calle de Brasil no. 40, junto al convento de Santo Domingo en el Centro Histórico. La comunidad literaria lo recibió con agrado, en la revista Letras de México escribieron: Pablo Neruda, el gran poeta chileno, ya se encuentra entre nosotros…<a href="https://www.youtube.com/watch?v=7yAGlzV1gtI">https://www.youtube.com/watch?v=7yAGlzV1gtI</a>

Tapizó la ciudad

En 1942 escribió Canto de amor a Stalingrado y el 30 de septiembre lo leyó en un acto de la Sociedad de Amigos de la URSS en el teatro del Sindicato Mexicano de Electricistas. El texto apareció pegado en las calles de la Ciudad de México en forma de cartel, lo cual era inusual y hasta innovador para esos años.

Clamor universitario

La tarde del 1 de julio de 1966 la Facultad de Ciencias de la UNAM recibió a Pablo Neruda, quien recitó varios de sus poemas, entre ellos Residencia en la tierra I y II. Salió del auditorio y recorrió la explanada de Ciudad Universitaria entre el clamor juvenil que gritaba: “¡Neruda! ¡Neruda!” frente a la estatua decapitada de Miguel Alemán.

Muerte creadora

La extraña muerte de la fotógrafa Tina Modotti en las calles de la Ciudad de México inspiraron a Pablo Neruda a escribirle un poema: …A mi patria te llevo/para que no te toquen/a mi patria de nieve/para que tu pureza/no llegue el asesino, ni el chacal, ni el vendido:/Allí estarás tranquila…