Si te gusta la literatura o la música y vives en México es difícil no haber visto o escuchado alguna vez a Mariana H. A lo largo de su carrera, ha hecho prensa escrita, televisión y radio, y en 2018 publicó su primer libro: Neurosis, sustancias y literatura, un conjunto de entrevistas con escritores mexicanos que, en aquel momento, tenían entre 30 y 40 años. El muy personal mapa acabó integrado por nombres como Jazmina Barrera, Jorge Comensal, Laia Jufresa, Jaime Mesa, Fernanda Melchor, Emiliano Monge y Antonio Ortuño, entre varios más.

Y ahora, un par de años después, llega A través del vaso, una especie de secuela (bastante lógica, debido a los intereses de su autora), compuesta por 26 entrevistas con músicas y músicos de nuestro país.

Hay, por ejemplo, una charla con Lino Nava, guitarrista de La Lupita, sobre sus inicios como actor cuando tenía 11 años; otra plática con Ely Guerra sobre el valor de la independencia profesional; una entrevista con José Manuel Aguilera que se llevó tres sesiones; las experiencias de Jaime López en Avándaro; un encuentro con Tito Fuentes en el que hablan sobre libertad de expresión y lo políticamente correcto; una videollamada por Skype con Natalia Lafourcade; y muchas anécdotas entrañables y personalísimas que muestran otra cara de las estrellas de rock mexicanas, y que, entre todas, conforman un retrato muy necesario de la historia musical reciente en nuestro país.

Y, a propósito del lanzamiento del volumen, platicamos con su autora sobre el proceso detrás de la creación de este nuevo libro y sus momentos más memorables, pero también sobre la actualidad y el futuro del periodismo cultural.

¿Cómo surgió la idea de hacer A través del vaso? ¿Existe alguna relación directa con Neurosis, sustancias y literatura (2018)?

Sí. Toda la relación. Estaba hace tres años en la FIL de Guadalajara y llegó el entonces director de Penguin Random House y me preguntó por “mi libro”. Pero yo no le entendí. Hablamos en enero y me dijo que, como yo había hecho varias entrevistas a autores mexicanos, quería que le diera una recopilación o una generación de escritores definida. Primero le agradecí mucho, porque yo no lo tenía pensado, y también le dije que no quería hacer una recopilación de las entrevistas que ya tenía, sino que quería que fueran específicamente para ese libro; y lo otro, que me dijo él, era que fueran a autores de entre 30 y 40 años, porque los mayores ya eran más conocidos.

Esa fue la iniciativa: rastrear más o menos una generación. Ese fue el origen de Neurosis, sustancias y literatura. Después era un paso lógico A través del vaso, porque la música y la literatura son mis vetas más importantes. Y ahí sí lo único que pedí fue que no me limitaran las edades, porque a mí me interesaba que estuvieran Cecilia Toussaint, Jaime López, los botellos; así que ahí sí tuve total libertad en cuanto a edades, géneros y a número de entrevistados.

Mi siguiente pregunta era si hiciste las entrevistas antes de saber que se publicarían en un libro, pero ahora sé que las preparaste especialmente para ello.

Yo quería que fuera un trabajo más amplio. No quería hablar de un libro en específico o de un disco en específico o de una gira o de un sencillo. Lo que quería era empezar a platicar y ver a dónde nos llevaba eso.

Entiendo que este conjunto de entrevistas son un retrato de un momento muy particular de la historia de la música en México, pero ¿por qué la decisión de publicarlas todas en un libro y no por separado?

Porque todos ahorita están al frente. Es decir, si bien ya no existe Rockotitlán, los botellitos están todavía vigentes y son un referente muy importante para lo que sucedió después. Si bien Cecilia Toussaint no está lanzando un disco, está presente en otros foros. Al igual que Denise Gutiérrez, de Hello Seahorse. Y me gustaría que se pensara en este libro prepandemia, porque ahorita está todo cerrado. Pero sí me interesaba ver por qué estos grupos que se hicieron hace muchos años, y que son los que yo escuchaba cuando era adolescente, siguen siendo escuchados por los adolescentes ahora.

Si te acuerdas, hace un año y medio, en el Vive Latino que se estaba ya acercando a los 20 años, los headliners eran Café Tacvba, Caifanes, Fobia, La Maldita, y yo me preguntaba por qué no había otro headliner que vino después. Y ahí es donde creo que este retrato sigue vigente. Desde Sergio Arau, quien está por cumplir 70 años, hasta Denise Gutiérrez o Ximena Sariñana, que todos pueden tocar en el mismo festival.

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¿Encontraste diferencias entre entrevistar a músicas y músicos, y entrevistar a escritoras y escritores?

Sí. La primera, en términos prácticos, es que las escritoras y escritores que yo busqué y me interesaban, por la misma naturaleza del oficio del escritor, no estaban tan ocupados. No tienes que lidiar con un manager para ver si te da la entrevista. La diferencia entre glamour y cero glamour. Eso fue complicado, no difícil, y nadie fue mamón. Unos me ignoraron, pero eso no quiere decir que sean mamones.

Y otra diferencia por la que A través del vaso fue más difícil, es que los escritores son más estructurados en su lenguaje, en la forma en que dicen las cosas. Es decir, podía yo transcribir casi íntegramente la entrevista, pero con los músicos fue más complicado. La plática fue mucho más difícil de aterrizar con los músicos, que son más pasionales o que no tienen la respuesta más “redactada” en su discurso.

¿Cuál es el proceso que sigues para preparar tus entrevistas? Sobre todo, pensando en que no fueron de “coyuntura”.

Yo soy muy nerd, porque cuando voy a entrevistar a un autor o a un músico tengo el respeto de leer su libro o escuchar su disco. Pero para este libro no hice nada. Una de las entrevistas que más miedo me daban fue con José Manuel Aguilera, porque yo no soy fan de La Barranca. Es decir, no conozco a la banda de principio a fin como para poder llegar y preguntarle algo demasiado específico. Traté de confiar en mí y en lo que conocía de los personajes, y ver qué daba cada personaje. Y te quiero decir que, así como no conocía a José Manuel ni a Amandititita ni a Sergio, también conocía mucho a otros. Conozco bien a Lino Nava, a Fer Rivera Calderón, Paco Huidobro fue mi pareja por diez años. Así de abierto estaba el panorama.

Foto: Juan Herrera

¿Preguntas lo que a ti te interesa o lo que crees que le puede interesar a los lectores?

En ese momento yo no estaba pensando tal cual en los lectores, porque si sí, hubiera estado pensando en que con Lino tenía que hablar del tumor, con Joselo sobre el alcoholismo, con Jay sobre Paco y Fobia, con Amandititita sobre Rockdrigo. Y todos estos temas yo no quería tocarlos, por respeto a ellos y por respeto también a mi trabajo. Pero ellos fueron muy generosos en tocar el tema, y confiaron en mí. Al único que sí le hice una pregunta sobre un tema escabroso fue a Sergio Arau; le pregunté si quería hablar de Armando Vega Gil, y me dijo que sí. Pero si me hubiera dicho que no, no se hablaba de eso, porque no era la naturaleza de las entrevistas.

Justamente te quería preguntar sobre eso. Hay la idea de que se debe de buscar una exclusiva o provocar una declaración escandalosa al buscar una entrevista, pero tus textos y preguntas muestran preocupación por la persona a la que cuestionas.

Es que, yo estudié periodismo, sí, pero no el tipo del chacaleo y de provocación. Me interesan la música y la literatura, y me interesan las amistades. Yo respeto mucho la carrera de todos los personajes que entrevisté para el libro. No seleccioné a los más famosos ni a los más llamativos. Elegí a los que más respeto, porque siento que tienen una voz original, porque respeto y agradezco a alguien que me da una, dos o tres horas de su tiempo para platicar de su vida, que me reciban en su casa, que me acepten una comida. Eso me parece muy importante. Y a la mejor no es el periodismo ascético. A veces cuando los periodistas hablan con políticos o con criminales tienen que tocar esos puntos, pero yo tengo el privilegio de hablar de música, y en ese sentido no creo que estar metiendo estas estocadas al corazón sirvan para una mejor entrevista.

Para ti, ¿qué hace que una entrevista sea buena?

Para mí, si te lo digo en términos muy subjetivos, que nos riamos. Si yo logro que nos podamos reír, siento que en ese momento ya pudimos hacer una conexión distinta. Eso es un antídoto perfecto para bajar la guardia, y no siempre se logra. Pero me gusta mucho cuando eso sucede, porque para mí es una comunión muy importante. Y otra es cuando siento que el entrevistado está cómodo o que se siente importante, no halagado, sino importante porque le preguntaste un extra de lo que todo el mundo le pregunta. Cuando el entrevistado sabe que no leíste solo el boletín de prensa, y que pudiste ir un poquito más allá, y que te importó su vida o su momento o su pensamiento o que captaste algo que te dijo su música o su literatura, para mí eso es oro. Por eso te digo que tengo mucho respeto por el trabajo de los creadores para poder darles a ellos ese extra.

¿Me puedes contar un poco sobre la primera entrevista que hiciste profesionalmente? ¿Te acuerdas con quién fue y cómo fue?

Fue a Carlos Monsiváis. Yo estudié Comunicación en el Tec de Monterrey. Y un día que se inauguró una librería en el campus, como yo trabajaba en la radio universitaria, me mandaron a mí. Fue una entrevista no a Carlos Monsiváis como escritor, sino algo muy básico. Eso lo recuerdo bien, pero fue muy pronto en la carrera. Y luego, también para la escuela, hacía entrevistas a los locutores de Wfm, que cuando yo tenía 20 años o menos, era lo que escuchaba. Y en una de esas pláticas entrevisté a Javier Poza, y él fue quien me llevó después a Wfm a hacer un casting. Pero también te puedo decir que mi primera entrevista de escritores, y ese es otro home run que fue un poco suerte, fue a Xavier Velasco cuando ganó el Premio Alfaguara.

No sabía si preguntarte esto, porque es un cliché, pero quería saber cuál fue tu mejor experiencia y tu peor experiencia en las entrevistas para A través del vaso.

Casi te puedo decir que las peores fueron las que no se dieron. Yo hubiera querido tener a Kenny (Avilés). Los bajones fueron esos, la gente que no pude conseguir. No tuve una sola mala entrevista, te lo digo sinceramente. Yo tenía mucho miedo, por ejemplo, de Cecilia Toussaint. No la conocía, y como ella es tan elegante y portentosa, y tiene un gesto duro, estaba preocupada de que me hiciera pedazos. Pero aceptó la entrevista y fue muy cálida, muy generosa, muy sincera.

Las más difíciles, y lo he dicho, fue con Chema Arreola y José Manuel Aguilera, porque los dos son brillantes y hablan mucho muchísimo. Entonces redactar todo eso, hacerlo interesante y concreto fue difícil. Y de las que más me divertí fue con Amandititita, por supuesto, y con Paco. Él y yo habíamos tenido entrevistas siendo novios y era horrible. Ya después, con el tiempo, siete, ocho años, ya nos podemos ver, y con 30 segundos de absoluto nerviosismo y terror de mi parte, al 31 ya estamos en casa otra vez. En ese sentido esa fue una de las mejores porque seguimos tejiendo esta marca de paz en donde estamos juntos y queriéndonos y respetándonos y reconociéndonos otra vez.

Emotivas fueron la de Dr. Shenka y la de Lino Nava, porque hablamos de su tumor en el cerebro y de la muerte de su padre. Las pláticas con las chavas fueron tan interesantes, tan abiertas, tan cariñosas. Denise me habló de la anorexia, Amandititita me habló de su pleito con la industria y de la muerte de su papá, Ely me habló también de su rabia con la industria, Tammy me habló de su trabajo con los cadáveres y de su ruptura con el Abulón. La del Abulón fue muy muy divertida.

Esta pregunta también es cliché, pero si pudieras entrevistar a cualquier figura, viva o muerta, ¿a quién elegirías y qué le preguntarías?

Por supuesto que a Tom Petty. Ahora sí que se me fue viva esa paloma. Mi senséi máximo es Bob Dylan, pero a él no me gustaría entrevistarlo porque me daría pánico y creo que es medio mamón y su genialidad me impone mucho. Y qué bueno que lo puedo decir en presente. Pero me hubiera encantado platicar con Tom Petty y con Leonard Cohen. Y, para serte muy sincera, no tengo la menor idea, en este momento, de qué les preguntaría, pero me daría a la tarea de preparar la mejor entrevista posible. Y, por supuesto, a Mick Jagger, que es otro de mis grandes ídolos, aunque tampoco sé qué le preguntaría.

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Hay una frase que se repite bastante: “es mejor no conocer a tus ídolos”. Tú has tenido la oportunidad de conocer a muchas personas famosas/exitosas, ¿crees que es verdad?

Mira qué elevada va a estar mi respuesta por las personalidades que voy a decir. Hace un año, más o menos, tuve el súper lujo y honor de presentar el libro de Lol Tolhurst, que fue el primer baterista de The Cure. En los grandes discos de la banda, los primeros tres o cuatro, él era el baterista. Tolhurst era muy fan de Joe Strummer, de The Clash, y él fue quien me dijo que qué bueno que nunca lo conoció, porque se le hubiera caído el teatrito. Sí he tenido la suerte de conocer a ídolos míos, pero no al nivel de conocer a Tom Petty y a Leonard Cohen, ni he conocido a Bruce Springsteen ni he conocido a Bob Dylan. De los músicos mexicanos que he conocido, ninguno me ha desilusionado. Nunca he tenido un mal trato.

Tus entrevistas son muy literarias y se nutren mucho de la experiencia de la entrevista, ¿crees que con el tema de la pandemia y las entrevistas por Zoom cambia mucho la experiencia y el género se verá afectado?

Totalmente. La parte positiva del Zoom es que podemos tú y yo estar platicando, que las ferias del libro están teniendo miles de views, algo que nunca había pasado. Eso es fantástico, pero falta el contacto. Y hablando de este libro, yo no hubiera sacado estas entrevistas si no hubiéramos estado frente a frente. Eso me queda clarísimo. Me dio mucha pena no poder estar con Natalia, porque la quiero mucho, y así como me preguntabas de las primeras entrevistas, una de las primeras entrevistas de Natalia fue hace 20 años, cuando tenía un programa en Imagen muy tarde, a las once de la noche. Y recrear ese momento hubiera sido padrísimo.

Y lo que dices, para mí esa parte literaria, de cuando llegan los entrevistados, de las cosas que están pasando al mismo tiempo que platicamos, la música que suena en el lugar, yo quería meter un poquito de mi narrativa. Y no lo hubiera podido hacer si hubiéramos estado aquí.

Me interesa mucho tu opinión acerca del estado actual del periodismo cultural. Me parece que tú eres una de las personas más activas. Y te quería preguntar también sobre esta aparente separación que hay entre el periodismo musical y el periodismo cultural o literario.

Totalmente de acuerdo contigo. Y mira, si antes estábamos castigados y estigmatizados como “de hueva”… Y no es solo culpa de los medios, es culpa también de quienes hablamos en los medios. Yo me incluyo, porque debo haber caído en muchos errores varias veces, pero hemos tenido representantes del “periodismo cultural” al mamón o la mamona que te dice que “el metatexto incluido en la hermenéutica y la retórica del personaje kafkiano tiene mucho que ver con finales de la Guerra Fría”. Perdón, pero para de mamar. Si tú estás utilizando ese lenguaje elevado para demostrar que estás arriba, nadie va a leer la recomendación. A mí me gusta contar de qué tratan las historias. En ese sentido, la nota cultural ha sido castigada por quienes generan los contenidos. En segundo lugar, pareciera que la cultura es lo último. Es prescindible. En un noticiario, al final, va la nota cultural, y tampoco se trata de eso. Yo creo que debería de ir de manera horizontal, cuando sea pertinente por el tema que se está tratando. Y, finalmente, sí creo que el término “amor al arte” existe, porque somos fervientes creyentes, al menos en mi caso, de que la gente que oye música o lee, tiene más herramientas, tanto para estar solo en una pandemia, como para poder compartir con una novia, con un novio, con los hijos. No te digo que te salvan la vida, ni que te hacen más listo; simplemente creo que te dan muchas herramientas importantes. Y sí creo que somos guerreros, que no se nos paga, pero que estamos convencidos de estar ahí.

Y, finalmente, ¿cómo luce, para ti, el futuro del periodismo cultural? ¿Crees que va a estar “castigado” después de la pandemia? Siempre ha sido castigado, entonces tampoco creo que nosotros vayamos a sufrir un bajón. Te lo digo sin saber de economía y esas cosas. Lo que sí nos ha dado la pandemia es las redes. Yo creo que muchas editoriales y muchos románticos, y me incluyo, decíamos que era mejor el libro físico y las ferias. Creo que tendremos que adecuarnos más a las redes, a otro tipo de presentaciones con más producción y más que ofrecerle al público, y sí creo que esta pandemia nos benefició porque nos dimos cuenta de que no podemos pasar algo así sin televisión, que es cultura, sin cine, sin series, sin libros, sin música. El diálogo tiene que seguir sucediendo.

A través del vaso, Mariana H, Reservoir Books, México, 2020, 336 páginas