Cuando le avisaron a Verónica Murguía que había ganado el premio internacional de literatura juvenil Gran Angular, ella pensó, por la hora en que sonó el teléfono, que era del banco. «Otra vez con la lata de la tarjeta preaprobada. Y no». Había ganado un premio europeo con una historia fantástica que recupera leyendas medievales. «Quería probar si la novela pegaba en Europa, porque sucede ahí, que no fueran a decir que eran tonterías». Laescritora mexicana tardó 10 años en escribir Loba, pero no es su primera novela trascendente. Auliya (1997), su ópera prima, fue traducida al alemán y quedó finalista del
premio de la ciudad de Hamelín a la mejor fábula publicada en ese idioma. «No me dieron dinero, pero me dieron honor. Espero que Loba vaya más lejos, que el premio le ayude». Nutrida de personajes e historias paralelas, el personaje central es Soledad, una mujer leal a su padre que lucha por zanjar conflictos ancestrales. «Si no existieran los libros, sería la persona más infeliz del mundo, porque los libros me han enseñado a vivir»