Ya se acerca la noche del Grito de Independencia y seguramente vas a cenar platillos típicos mexicanos llenos de sabor: un pozole, unas tostadas de tingas y unos tequilas. Pero te has preguntado ¿cómo se construyó la identidad mexicana?

Muchos de los sones que consideramos mexicanos; los bailongos e ingredientes de nuestra comida existen gracias a la presencia de personas que fueron extraídas desde África. Personas que fueron secuestradas en condiciones de esclavitud a América.

Una patria y un sabor afromexicano

La documentalista Ebony Bailey, quien se autodefine como blaxican —hija de un afroamericano y una mexicana—, muestra en su documental Jamaica y Tamarindo, cómo la comida forma parte de la identidad. Hasta su edad adulta se enteró por una charla que la jamaica y el tamarindo, frutos que ella relacionaba con su raíz mexicana, en realidad eran de África. Así que decidió investigar más al respecto y basó su tesis de maestría en la comida y la identidad afro. Entre más investigó Bailey, más se sorprendió de todos los elementos culturales y la importancia de la presencia de las personas que fueron traficadas de ese continente.

Hay otros frutos que son un regalo de África, como la sandía, con la que también se hacen aguas frescas en el mes patrio. Estos y otros granos llegaron a América en los mismos barcos que trasladaban esclavos, otros ya se habían popularizado en resto del mundo y formaban parte de los hábitos de los colonizadores. Por ejemplo, el café. Este fruto primero llegó a otras partes del mundo y ya se bebía en Europa, pero gracias a África podemos pedir un café de olla, regular o con leche.

Otra parte de la humanidad tampoco puede vivir sin la Coca-Cola y aunque esta bebida no es mexicana, somos de los principales consumidores en el mundo. Bueno, la Coca Cola se preparaba en sus inicios con un fruto llamado nuez de kola, que también es de África, como documentan María Elisa Velázquez y Gabriela Iturralde en “Afrodescendientes en México. Una historia de silencio y discriminación”.

Aunque el plátano tiene su origen en Asia, se volvió parte de la cocina tradicional de pueblos afrocaribeños. El puerto de Veracruz fue uno de los principales sitios de intercambio comercial con el Caribe, principalmente con Cuba. Muchos afromestizos y mulatos de esta región tienen raíces afrocaribeñas. El Recetario afromestizo de Veracruz incluye recetas con plátanos fritos, como el mogomogo.

Los bailes patronales

Si bien los mexicanos tenemos fama de bailadores y disfrutar de la música, no es extraño encontrar que la raíz afro tenga algo que ver en ello.

Documentos históricos dan evidencia de la influencia de las personas negras en la Nueva España. Debido a la fuerte explotación que vivían, los colonizadores dejaban beber y bailar los domingos. Y de repente, hubo quejas porque “se mezclaban” con los indígenas y les enseñaban bailes “deshonestos”. Esos bailes se hicieron muy populares entre poblaciones mineras de Hidalgo, Guanajuato, Jalisco, la hoy Ciudad de México y en pueblos de Veracruz, como documentó el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán en Bailes de Negros.

“Los domingos y fiestas de guardar eran para los negros, abrumados por el diario trabajo, el tiempo libre en que la sociedad esclavóctata se vera compelida a permitirles tañer, cantar, bailar y embriagarse. Al través de estas expresiones la música, el canto y la danza africana tendían a perdurar. La excitación dionisiaca que caracterizaba muchos de los bailes africanos causó profundo recelo y grande temor en los amos”, decía un documento de la Santa Inquisición, citado por Aguirre Beltrán.

Captura vía Vimeo.

En estudios de etnomusicología, hay investigadores que detectan rasgos de música de pueblos africanos en sones y piezas tradicionales de algunas regiones de México, como el uso de la jarana y algunos bailes, como el Chuchumbé, de Veracruz.

El poder afro en el movimiento de Independencia

A varios los héroes nacionales se les despojó de su origen negro en la historia oficial de México. Un ejemplo importante es Vicente Guerrero; primer presidente de México, afrodescendiente, y quien abolió la esclavitud, lo cual fue bastante arriesgado porque otros gobernantes tenían miedo a que los “amos” les exigieran una indemnización.

La historiadora María Dolores Ballesteros Páez, del Instituto Mora, documentó cómo, a pesar de que la Independencia de México declaraba a todos como iguales, las personas negras eran vistas como los “otros” y los prejuicios raciales coloniales permanecieron más tiempo.

Algunas representaciones de Guerrero alisaron su pelo y blanquearon su piel para ocultar ese aspecto de negritud. En pinturas que se pueden ver en el Museo Nacional de Historia, lo mismo: sale con su pelo esponjado y figura afilada, como príncipe europeo para no reflejar sus rasgos afro.

José María Morelos y Pavón es otro héroe nacional descendiente de un hombre mulato y una mujer indígena, documenta Aguirre Beltrán.

“Alamán, que conoció sus antecedentes familiares, informa que sus padres eran mulatos pardos; no obstante ello, en el acta de su nacimiento quedó asentado como español”, señala el historiador en La Población Negra de México.

Estos dos generales condujeron ejércitos del sur del país, con importante presencia de afromestizos, pero su papel en la historia ha quedado oculto.

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¿Por qué nos enteramos hasta ahora?

Después de la Independencia, todas y todos los mexicanos éramos iguales. Sin embargo, no se hicieron censos para ver quién era de origen afro, porque sólo habían sido contabilzados como mercancía. México tardó un tiempo en construir su identidad como nación y el movimiento de la Revolución Mexicana puso como primicia la justicia social a los pueblos indígenas y el reparto de tierras. Por cierto, Emiliano Zapata también fue de raíces afromexicanas.

Así comenzó a construirse la narrativa del mestizaje entre pueblos indígenas y europeos, borrando por completo la población afro.

Apenas la segunda mitad del siglo pasado comenzó a documentarse más sobre las aportaciones de los pueblos extraídos de África y trasladados a América en condiciones de esclavitud. Se calcula que durante más de 300 años, unas 12.5 millones de personas fueron secuestradas y comercializadas en América.

Extracto del periódico mexicano “La Orquesta” de 1862. Vía Wikimedia Commons.

En los libros de texto, apenas y se menciona a la población originaria de África, y se le dedica una línea al origen afro de Guerrero, pero eso es muy reciente. Gracias al Movimiento de reconocimiento de los pueblos afro en México y a más historiadores que siguieron los pasos de Aguirre Beltrán es posible conocer más sobre la historia de las raíz afro y su importante aportación a la construcción de lo que hoy conocemos como mexicanidad.

Regresando con Ebony Bailey, una protagonista de su documental expresa: “Esta ciudad (la CDMX) fue tomada, fue destruida, fue modificado el paisaje. Y todo eso se hizo con mano de obra. Esa mano de obra se trajo de África”

“Para mí, es una cita muy poderosa”, dice Ebony, “es algo en lo que mucha gente no piensa sobre la construcción de la ciudad y por eso decidí ponerla en el corto”.

Ebony considera que “el gobierno debería de empezar por las vías educativas, tener estas referencias en los libros de texto y hablar de la historia real de lo que era la esclavitud, hablarlo en palabra crudas (…) fueron extraídos de su tierra para ser personas esclavizadas”.