A veces las cosas que nos rodean parecen sólo eso: cosas, muebles, papeles viejos, montañas de polvo, triques… pero conforme pasa el tiempo estos objetos también nos cuentan su historia, su procedencia, y nos dicen quién los fabricó, quién lo usó y qué fin tuvieron.

Esas conversaciones pueden tenerse con los tesoros de un anticuario, oficio al que Rodrigo Rivero Lake ha dedicado más de 50 años de trabajo e incontables viajes por el mundo. Algunos de sus hallazgos han llegado a formar parte del Brooklyn Museum, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, la Hispanic Society, el Museo del Fuerte de San Diego en Acapulco, el Museo Nacional del Barroco en Puebla o el Museo Nacional de San Carlos en la Ciudad de México, entre otros.

El conocimiento de Rivero Lake es amplio y, a la vez, específico. Lo adquirió con tiempo y paciencia para seleccionar las mejores piezas provenientes de distintas naturalezas, lugares, épocas y culturas, hechas con diversos materiales.

Para él, quedarse con un objeto es como enamorarse: “Cuando una pieza ha captado tu atención, te acercas y le hablas hasta que contesta tu llamado”, comenta.

“Armar la historia de una pieza es conocerla. Comienza por hablarnos de ella, a decirnos lo importante que es, lo que la lleva a ser especial y la convierte en un leitmotiv de la vida. Es esa sofía de la que hablaban los griegos, que te lleva a tu mejor estado de ánimo y del alma también, porque la cultura forma parte del alma”, afirma el anticuario, para quien coleccionar es un tipo de amor a la cultura.

El inicio del viaje

¿Cómo nace este amor por los objetos y la cultura? En el caso de Rivero Lake surgió cuando, muy joven, ayudaba con los mandados en la tienda de un viejo anticuario de Polanco, de apellido Antuñano, que le heredó un mueble que aún conserva con cariño y orgullo.

Después de eso, y por dificultades económicas y familiares, decidió poner el dinero donde tenía el corazón (en las antigüedades) y viajó a India.

“Yo entonces no sabía la diferencia entre un camión y un plato, pero fui y empecé a llenarme de un país maravilloso, descubrir sus sorpresas, tan lleno de profundidad y de espiritualidad y, al mismo tiempo, de una muy fuerte humanidad. Creo que India es el país en el que están unidos, dándose la mano, el cielo y el infierno”.

Cuando, por diversas circunstancias políticas y sociales, constructores y militares estaban demoliendo viejas ciudades amuralladas e iglesias católicas de la India portuguesa, Rivero Lake decidió comprar las puertas, ventanas y decoraciones que pudiera salvar. Ahora, varios años después, ese interés por el arte y la cultura de India lo ha llevado a colmar una gran bodega con antigüedades provenientes de todo el planeta.

Sus objetos favoritos

Para alguien como Rivero Lake, acumulador de conocimiento y objetos, ¿cuál puede ser el más grande aprendizaje?, ¿cuáles son las cosas que más le gustan y de dónde provienen?

“Lo que más me ha llamado la atención es México, este México que tanto adoro, un México que para 1528 está conquistando las Filipinas, en 1566 está regresando, conociendo ya los movimientos de los mares, una época durante la que se dice con orgullo que México era el corazón del mundo, ese axis mundi maravilloso que fue la Colonia: una época y un país lleno de maravillas, de fuerza, de deseos de trascender, y que también es el México de nosotros, porque nosotros somos eso”.

Y continúa: “El mejor aprendizaje es que ahora sé que tengo que saber más, que quiero saber más y que todo lo que veo me está dando un aporte maravilloso. El nuestro es un país de un espíritu maravilloso que no hay que dejar que se degrade por ningún motivo y hay que buscar eso, enaltecer el orgullo de ser mexicano”.

Galería Rodrigo Rivero Lake
Dirección: Campos Elíseos 105, Polanco
Cuándo: lun-vie: 10-20 h, sáb-dom: 11-20 h
rlake.com.mx