De niña, Jimena Estíbaliz quería ser pintora. Dibujaba personas, sirenas y animales, sobre todo perros. Su gusto, dice, pudo haber sido por imitación: su papá dibujaba y tenía varios materiales que ella tomaba. Le emocionaba usar carboncillos de colores. Por 16 años bailó ballet y siempre quiso tocar algún instrumento musical.

Nació en la Ciudad de México el 13 de agosto de 1990. Creció al sur, entre Coyoacán, Ciudad Universitaria y el centro de Tlalpan. Dice que en la infancia su madre la mantuvo ocupada y piensa que ser hija única la obligó a ser creativa para no aburrirse en casa. Tenía una amiga imaginaria y era buena para inventar personajes e historias. Guardaba sus películas en los armarios. “Hasta arriba, donde no alcanzaba, había dulces raros, que a veces me dejaban comer, y hasta abajo guardábamos mis cajas con sellos, colores, plumones y crayolas”.

En cuanto a sus influencias, nos cuenta: “De niña me gustaban mucho los libros de Francisco Hinojosa, como La peor señora del mundo o Amadís de Anís. Cuando me sentí cómoda con mi forma de ilustrar, en cuanto a estilo y temas, estaba leyendo El hombre ilustrado, de Ray Bradbury, y creo que lo tengo muy presente”.

Su espacio de trabajo es pequeño. En su mesa hay papeles tirados, una computadora, una tableta, y abajo de la mesa, una caja donde guarda materiales. Tiene varios muñequitos: animales y personas que se usan para maquetas. Desde su ventana sólo se ve el interior del edificio en el que vive. Por otra parte, a menudo sueña que le regalan un caballo.

Hace ilustración editorial: portadas, interiores de libros, discos, revistas, próximamente un juego de mesa, una animación y un curso. Aún no ha sacado ningún libro como autora, pero es algo que le gustaría hacer en un futuro.

Nos habla de la realización de uno de sus proyectos más recientes, la portada para un libro de Elena Garro (Reencuentro de personajes, Debolsillo): “Primero leí sobre Elena, vi fotografías de portadas anteriores, hice varios bocetos tomando en cuenta el tema, la esencia de la historia, la época, las referencias visuales que elegí y el formato. Luego digitalicé todo. Me tardé más en pensar en las imágenes que en dibujarlas”.

Jimena no busca ni espera crear reacciones específicas por su trabajo, pero considera que es bonito cuando logra comunicar lo que quiere y que los espectadores conecten con eso.

¿Cómo dibujarías un bosque en el que te diera gusto perderte?

Si fueras un planeta, ¿cómo serías?

Si tu voz fuera un río, ¿cómo lo dibujarías?

¿Qué tipo de animal has soñado últimamente?