Emmanuel era un niño que soñaba con ser luchador. Le gustaba aventarse desde la azotea de su casa para que su papá lo cachara en el aire como si volara desde la tercera cuerda. Un día el pequeño se lanzó sin avisar, no había nadie que lo recibiera abajo, en una fracción de segundos el niño se estampó de espaldas contra el suelo. Al escuchar el golpe sus familiares corrieron preocupados a auxiliarlo, mientras unos lo revisaban, otros gritaban. Pero como si fuera una profecía de su destino, el niño salió ileso, apenas con unos raspones. Eran los inicios de los 2000. Hoy Emmanuel se ha convertido en el Hijo del Vikingo y sigue lanzándose y provocando gritos, pero ahora en los rings de la Triple AAA presentado por SPACE. 

Este joven luchador ha sabido honrar el legado de su padre Rey Vikingo y es que en los genes trae la lucha libre. En pocos años se ha convertido en uno de los luchadores más importantes de su empresa y es que toda su vida soñó con estar donde ahora está, los sueños de su infancia se han hecho realidad. Ahora nos comparte su historia.

El inicio

Mientras algunos niños acompañaban a sus papás a la oficina, a la fábrica o a la escuela, el Hijo del Vikingo pasaba buena parte de su día con su padre reparando los rings de lucha que rentaba en Puebla. Le pasaba los tornillos y esponjas para que los cuadriláteros quedarán al 100. Lo mejor llegaba al final, cuando un ring estaba completamente armado, se subía a imitar a su padre en la lona y a aventarse desde la tercera cuerda.

A los seis años, justo iniciando la primaria, le pidió a su papá que lo llevara a entrenar de manera formal. Así lo hizo. Pasó buena parte de su infancia aprendiendo saltos, llaves y movimientos básicos para convertirse en luchador. Pero su padre le puso una condición: no podía aplicar lo aprendido en el salón de clases, lo que se aprendía en la lona, se quedaba en la lona, de lo contrario los entrenamientos se terminarían.

El Hijo del Vikingo cumplió su promesa unos años hasta que en la secundaria sus compañeros comenzaron a molestarlo, le echaron montón y no tuvo más remedio que defenderse. Su papá lo castigó pero no le prohibió la lucha, entendió que su hijo usó lo que había aprendido solo para defenderse. Así continuó con su formación deportiva durante los años siguientes.

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Ingeniero o luchador

Aunque hoy podemos verlo volar desde las cuerdas y caer con una aplastante elegancia, el mundo pudo haberse perdido de la adrenalina que provoca con cada uno de sus saltos. En su lugar, tendríamos a un ingeniero mecánico industrial y es que cuando cursaba el primer cuatrimestre de la carrera le llegó la oportunidad de ser parte de la Triple AAA.

Desde un mes se preparó arduamente para participar en la Triplemanía 25 y así conseguir un contrato en la empresa. La escuela pasó a segundo plano, comenzó a faltar a clases, sabía que no podía fallar, que estaba frente a una oportunidad de esas que no se vuelven a presentar en la vida.

Con su beca escolar pagaba los pasajes entre Puebla y la Ciudad de México. Entrenaba toda la semana, por lo que comenzó a reprobar materias. Aún no cumplía 20 años y estaba frente a una de las mayores encrucijadas de su vida: por un lado la carrera podría asegurarle un futuro profesional en algo que le apasionaba; en cambio, con la lucha, podría alcanzar el sueño de toda su vida. Se decidió por la segunda, si fallaba podía regresar a la escuela. Pero no falló.

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El día que cambió su vida

Cuando llegó el gran día dio su mejor esfuerzo pero al momento de anunciar a los ganadores, aquellos que formarían parte de Triple AAA, algo lo hizo dudar, así que dejó de poner atención a los presentadores. En cambio les dio la espalda para ver a la gente que había abarrotado la arena, su mirada recorrió desde la fila menos iluminada en la parte más alta, hasta la primera ubicada a escasos metros del ring. Quería disfrutar al máximo ese momento, hacerlo personal, guardarlo en su memoria y corazón por si fracasaba y no volvía a pisar una arena.

De pronto, en medio de ese trance de emociones una voz emitió tres palabras a través de las bocinas: “¡Hijo del Vikingo!”, era la señal que había esperado desde niño. Era uno de los seleccionados para formar parte de Triple AAA, los nervios se fueron y llegó el júbilo, sus compañeros y la gente le aplaudían y él no podía sentirse más feliz, su carrera profesional comenzaba a despuntar. El esfuerzo diario, las horas de entrenamiento, los sacrificios y los golpes habían rendido frutos.

En los últimos cuatro años el Hijo del Vikingo ha perfeccionado su técnica, es uno de los luchadores aéreos mexicanos que se ha ganado el respeto de los fans por su habilidad especial que muestra en cada lance y en cada caída. Y aunque admira a luchadores como Rey Misterio, Ricochet y Will Ospreay su mayor influencia arriba del ring es su padre.

El futuro

El año pasado enfrentó una lucha distinta a todas, una más familiar pero igual de desafiante y emocionante, se convirtió en padre.

— Existe el Rey Vikingo y el Hijo del Vikingo, ¿veremos al ‘Nieto del Vikingo’? —se le pregunta.

— Sí me gustaría ver al ‘Nieto del Vikingo’. Sí a él le gusta lo voy a apoyar. Pero de igual forma lo haré si elige otra profesión. —responde con una sonrisa de emoción.

— ¿Qué mensaje le darías a los niños que, como lo hiciste tú, sueñan con ser luchadores?

— Que nunca se rindan y que nadie les diga que no pueden, realmente todo en esta vida, a base de constancia y trabajo se puede lograr. Ustedes pueden lograr sus sueños.

Este sábado 14 de agosto llega uno de los retos más importantes de su vida: la Triplemanía 29 por SPACE, un evento que contará con luchadores de primer nivel como Chessman, Drago, Psycho Clown, Rey Escorpión, Kenny Omega, Pagano, Pentagón Jr y Los Jinetes del Aire: Laredo Kid y el Hijo del Vikingo. 

Este evento que se realizará en la Arena Ciudad de México es el más importante del año para la Triple AAA y después de más de un año los aficionados podrán regresar a ver en vivo a sus ídolos, pero si deciden hacerlo desde casa, podrán disfrutarlo a través del canal SPACE.  

Aunque el Hijo del Vikingo ha alcanzado sus sueños de la infancia, su historia apenas comienza, el tiempo dirá si es el inicio de una leyenda.