Los exvotos son regalos simbólicos que la gente ofrece en los santuarios católicos. Aunque siempre hacen referencia a los favores que los creyentes han recibido, existen en muy diversas formas: trofeos de futbol, diplomas escolares, radiografías, milagritos (piezas de plata con formas de partes del cuerpo que se les cuelgan a los santos) o retablitos (pinturas de pequeño formato en las que  se registra el favor recibido de Dios, la virgen o algún santo).

Desde los 80, estos retablitos, expresión cultural de enorme arraigo en un país que por siglos ha mantenido su fervor religioso, se han estudiado en la academia como manifestaciones del arte popular, tomando en cuenta su valor histórico y su poder simbólico.

exvotos-ciudad-de-mexico-seis
Foto: Cortesía

Hacer una ofrenda a la divinidad a cambio de obtener un favor es algo casi tan antiguo como la humanidad. Se pueden encontrar estas manifestaciones en prácticamente todas las culturas del mundo, pero la sofisticación de ofrecer una pintura en agradecimiento a Dios o a la Virgen es una tradición que viene de Italia en el siglo XV y que luego se extendió a todo el mundo cristiano, incluyendo América, donde hay exvotos desde los siglos XVI y XVII. La tradición en México parece ser además un cambio de los sacrificios humanos a las ofrendas de objetos.

En nuestro país, sobre todo en el siglo XIX y principios del XX, la práctica se popularizó y llenó las enormes paredes de gran cantidad de santuarios. En la Ciudad de México aún se pueden ver en la Basílica de Guadalupe.

También puedes leer: #Fotorreportaje: Feria Internacional de la Pirotecnia Tultepec

Según Margarita de Orellana, directora de Artes de México, historiadora y experta en arte popular, el exvoto es un objeto que actúa, que representa un tipo de arte con una misión: “Tenía un sentido profundo para la persona que había recibido el milagro y estaba agradecida. Era una manifestación viva, un arte que estaba palpitando, y que con los años se ha perdido, porque la religiosidad de las personas también ha cambiado”.

Estas obras, al tener originalmente un valor religioso y no artístico, por décadas permanecieron intactas en los santuarios. Pero la pátina del tiempo, la candidez con la que las personas contaban sus historias y los detalles en ellas retratados terminaron por imprimirles un valor monetario.

exvotos-ciudad-de-mexico-seis
Foto: Cortesía

A veces, ante tantos retablitos, los sacerdotes decidían regresarlos a las familias o donarlos a quien quisiera recibirlos, pero en muchas otras ocasiones eran sustraídos de las iglesias y vendidos de manera “ilegal” (dependiendo de la época había o no una legislación que los protegiera).

Tal es el caso de la muestra que se encuentra actualmente en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, “Memoria de Milagros”, con 594 exvotos que el gobierno de Italia devolvió a México en 2019 y que habían estado extraviados desde la década de los 60.

También puedes leer: ¡La muestra Monet Experience llega a la CDMX!

“A finales del siglo XX los exvotos comenzaron a tener un valor no solamente religioso sino histórico, documental, porque te van contando muchas historias de cómo era el siglo XIX, cómo se vestían, cómo rezaban, qué poses tomaban, cómo imaginaban a Dios, cómo copiaban a los santos de las iglesias, de qué se enfermaban, qué accidentes tenían, y luego, ya con la Revolución, nos cuentan sobre la leva y la preocupación de las madres cuyos hijos se iban a la guerra y hacían exvotos para que regresaran”, explica De Orellana.

exvotos-ciudad-de-mexico-seis
Foto: Cortesía

Así, los exvotos son reflejo del compromiso y la palabra de los mexicanos, de cómo pagan los favores y la forma que tenían que retribuir a la divinidad a través de las pinturas, con humor y color, que se fueron convirtiendo en expresiones del arte popular, naíf e inmediato, de las tradiciones de la gente y de la idiosincrasia del pueblo. Son pequeñas miradas a las tragedias cotidianas y a cómo se superan, en este caso, con ayuda divina.

La influencia de los exvotos ha permeado en el trabajo de artistas modernos y contemporáneos como Frida Kahlo, quien contaba con una pequeña colección que forma parte del acervo del Museo Frida Kahlo, La Casa Azul, y que retomó el formato tradicional de esas pinturas en su propia obra.

Si quieres conocer estos contenidos antes que nadie suscríbete a Chilango