“El amor, como el desamor, un buen día se va.” Con esa premisa se desarrolla la novela más reciente de una de las escritoras mexicanas más prolíficas y premiadasde la literatura contemporánea mexicana: Cristina Rivera de la Garza, quien, en El mal de la taiga (2012) afirma que“al final, siempre se devela que nadie sabe a ciencia cierta por qué se va.”

El argumento es una excusa útil y eficiente para llevarnos a maravillosos paisajes y a cuestionamientos tan escuetos como profundos: una desentrenada detective acepta la búsqueda de una esposa que abandonó a su marido viajando a la taiga con otro hombre. Una vez allí, ella y su traductor empiezan a descubrir que “nadie se va tan lejos si no piensa quedarse”.

Que la narración de Cristina de la Garza es directa, concisa, a veces parca, que invita al lector a completar las imágenes, los textos, la historia. Que comienza cada capítulo con una serie de frases en estilo indirecto que empiezan con un “que”, dando la sensación de que es la historia contada por segunda vez a una misma persona. Que tiene un ritmo que sólo te permite avanzar. Que una historia aparentemente policíaca se convierte en un enigmático cuento fantástico de extraños sucesos pseudorrealistas… eso es El mal de la Taiga.

Con finas y misteriosas ilustraciones al carboncillo de Carlos Maiques, esta novela breve, con poco, llega muy lejos, a esos lugares en los que se une lo racional y la imaginación.

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