Hace 13 años, en 2007, el escritor André Aciman publicó Llámame por tu nombre, su primera novela y en la cual narra el intenso amor entre Elio y Oliver. Una década después, en 2017, todo explotó cuando el cineasta italiano Luca Guadagnino llevó a la pantalla grande esta historia, alcanzando a un público más amplio y cosechando nominaciones y premios en todo el planeta (entre ellos un Oscar en la categoría de Mejor guion adaptado).

Y ahora, para satisfacción de una legión de fieles seguidores, Aciman está de regreso en las librerías con Encuéntrame, esperada secuela de su debut novelesco y en la que vuelve a tocar temas como el amor y la pasión, pero también habla sobre nuestro paso por esta vida, sobre los encuentros fortuitos que llenan de sentido e ilusión nuestra existencia y la resonancia de los vínculos afectivos que establecemos con las personas que más nos importan.

El escritor nacido en Alejandría empezó a trabajar en esta novela en 2016, tras un encuentro que sirvió como detonante, cuando, al subir a un tren, coincidió en el vagón con una hermosa mujer, a quien jamás volvió a ver, pero que lo marcó profundamente. “En cuanto llegué a mi destino, subí a mi cuarto y me puse a trabajar. Me pregunté si había una historia. Lo primero que decidí fue que el personaje masculino que se encuentra con ella iba hacia Roma para dar una conferencia, porque, como yo, era un profesor, y aprovecharía el viaje para encontrarse con un hijo. Y justamente entonces, cuando me cuestionaba quién podría ser su hijo, me di cuenta de que se trataba de Elio”, cuenta en entrevista desde Nueva York.

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A partir de ese momento, el libro cobró sentido. Aciman decidió separar la historia en fragmentos, decisión que le ayudó a regresar a los personajes que nacieron en Llámame por tu nombre: “Al mismo tiempo en que escribía esta historia, también daba clases y administraba distintos programas. También estaba escribiendo otras cosas. Nunca dejo de escribir, siempre estoy trabajando al mismo tiempo en dos o tres tramas. Creo que me tomó un año o un poco más. Realmente no fue complicado. Esas historias se escribieron a sí mismas, como me gusta decir”.

Volver a estos personajes, creados hace más de una década, podría ser comparable con reencontrarse con un grupo de antiguos amigos a los que hace mucho no se ve. Hay que ponerse al día, descubrir las cosas que han cambiado y las que se mantienen. Para Aciman, Samuel, el padre de Elio, es quien quizás más ha cambiado con el paso del tiempo. El viejo pasa de ser un hombre que ya ha vivido, con sus experiencias y sus arrepentimientos, para convertirse en un ser lleno de ilusión y eflorescencia. Por otra parte, Oliver, un personaje apuesto y con mucha confianza en sí mismo, empieza a tener dudas sobre su habilidad para seducir a cualquiera.

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Igual que en gran parte de la obra de Aciman, el amor es uno de los temas centrales de Encuéntrame, pero quien decida adentrarse en las páginas de esta nueva novela encontrará algunas pequeñas sorpresas: “En Llámame por tu nombre el amor aparece como un sentimiento intenso y obsesivo, pero eso tiene que ver con que intentaba capturar la esencia de lo que es tener 17 años, así que tenía otra mentalidad. Ahora, en Encuéntrame, uno de los personajes que más me gusta es uno que habla muy poco, el padre de Miranda, porque él es quien establece el tono para el resto del libro, definiendo que de lo que realmente se va a hablar es del paso del tiempo. Hay gente que deja esta vida y hay gente que llega a esta vida, ¿y cuál es la conexión entre todos? ¿Hay una conexión? ¿Debe haberla? Esas son las preguntas que se plantean de forma discreta, incluso a veces oblicuamente, a lo largo de todo el libro”.

Y es que para Aciman las relaciones que establecemos (con personas reales o con personajes ficticios) nos marcan y nos transforman: “Es imposible tener una relación significativa con alguien y no cambiar. De hecho, si repaso los grandes amores de mi vida o las grandes amistades que he tenido, todos me cambiaron para mejor. Me volví una mejor persona gracias a ellos y ellas. Pude haber sufrido en algunos casos, pero siempre descubrí algo sobre mí mismo. Creo que esas relaciones amplificaron a la persona que era en ese momento”.

Con 272 páginas, Encuéntrame está dividida en cuatro partes: Tempo, Cadenza, Capriccio y Da Capo, términos musicales que muestran, como ya había expuesto en otras obras, la influencia que este arte tiene en su trabajo. “Para mí, la música representa el logro más alto de la humanidad. Si piensas en una sinfonía de Beethoven o en una de sus piezas para cuarteto, o en El arte de la fuga, de Bach, se trata de la cumbre de todo lo que puede ser logrado, y te obliga a cuestionarte quién eres, cuál es tu significado. La música es un recordatorio de que existe la perfección en la Tierra y de que tú no eres perfecto”.

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El tiempo es otra de sus grandes preocupaciones e intereses, a tal grado de que incluso podría llegar a ser considerado como otro personaje más de su obra: “Creo que la mayoría de mi trabajo ocurre con la consciencia de que vivimos en un tiempo presente, pero la mayoría de nuestra vida emocional, de nuestras fantasías, sucede en modo condicional y no en el indicativo. Mi próximo libro se titula Homo Irrealis porque habla sobre el tiempo irreal, el de las cosas que nunca ocurren, pero pudieron haber ocurrido y debieron haber ocurrido, y nos aterra que sucedan, pero al mismo tiempo estamos esperando que pasen. Estamos muy indecisos. Y es por eso que el tiempo me importa, porque no es solo el pasado, que es lo que tienes en Proust, es también vivir un momento en el presente y decir: mañana voy a recordar este momento y va a ser mejor mañana de lo que es hoy. En otras palabras, viajamos en el tiempo constantemente porque intentamos encontrarle sentido a la vida”.

Hace algunos años, en una entrevista, el autor estadounidense reconoció que hay algo de él en todos sus personajes. Quizás es por eso que un rasgo que se repite en muchos de ellos es la inseguridad: “Soy la persona más insegura y tímida del planeta. Creo que todos somos inseguros y tímidos. Todo el mundo es tímido. Y creo que se debe a que tenemos miedo de ser quienes somos. No necesariamente nos gusta quien somos. Deseamos ser mejores, tener otro cuerpo, ser más jóvenes, ser más viejos. Deseamos lo que no somos. La inseguridad es parte de nuestra vida, pero, ocasionalmente, decidimos correr un riesgo y damos el siguiente paso. No sabemos a dónde nos llevará, pero sabemos que tenemos que darlo. Incluso si resultamos humillados. Y hablo de relaciones. Puede ser que termines humillado, quién sabe, pero no vale la pena evitar la humillación en orden de sacrificar las cosas que queremos”.

Leyendo a Aciman, uno se descubre porque es capaz de reflejarse en sus personajes como si se estuviese frente a un espejo. Y es que, para él, aunque no hay una misión en la literatura, sí se debe partir desde la sinceridad, compartiendo ideas o experiencias personales, para así tender puentes: “Me he dado cuenta de que cada vez que comparto algo extremadamente privado en alguna reunión o plática, todos están de acuerdo. Entonces, ¿por qué debería sentirme avergonzado de lo que siento, si todo mundo se siente de la misma forma? Así que solo sigo eso. Recibo emails todo el tiempo de gente diciéndome que escribí su vida, en el sentido de que no sabía que sentía esto o de que podía hablar sobre ello. Y todo lo que yo hice fue mirar en mi interior y asumir que todo el mundo siente lo mismo. Es verdaderamente maravilloso tener a todo un público que te dice que ha tomado tu libro y lo ha usado como una inspiración para hablar con sus padres sobre su sexualidad. Es un gran sentimiento, pero antes me preguntabas si eso ha cambiado mi vida, y no lo ha hecho. Soy exactamente la misma persona, tengo muy pocos amigos, a los cuales quiero mucho, y soy suertudo. La gente pudo haber odiado mis libros y hacerlos pedazos, pero no lo ha hecho”.

* Encuéntrame se presentará el jueves 3 de septiembre, a las 19:00, a través de Zoom. Para poder seguir el evento, solamente es necesario registrarse a través de este link.