Escondida en un rincón (como La muñeca fea) encontrarás Mukyu, una joya japonesa donde la especialidad del lugar es el ramen. Es tan bueno que lo quieren todos, incluidos el plumero y el sacudidor. El tazón viene súper bien servido, así que pégales una visita cuando tengas mucha hambre.

Es un lugar pequeño y acogedor, una cosa muy casual pero deliciosa. Además de su famoso ramen, también sirven uno de los platillos más tradicionales de Japón: el pollo empanizado con panko (pan molido japonés), que deja una textura muy crujiente y doradita en la piel. Viene con ensalada de lechugas, jitomate y aderezo de la casa.

No venden cerveza, ni vino, ni sake; hay que conformarse con un té verde o un calpis. Para el postre hay que ir a otro lugar porque la única opción es el helado que también es de té verde.

La cocina corre a cargo de auténticos nipones, así que por piedad no preguntes si tienen “Tampico”. Tampoco hay rollos de sushi, pero es una excelente oportunidad para probar otros platillos tradicionales de Japón.