Algo que no me gustaba del antiguo Mog era que para conseguir mesa había que esperar demasiado y el servicio dejaba mucho que desear. En la actual ubicación hay varios buenos cambios: ubicación, chef, barra de sushi y un servicio más ágil.

Lo mejor de esta refrescadita es que el sabor de la comida no cambió, es tan tradicional como siempre. Aquí, los platillos no se limitan a sabores de Japón, también hay recetas de Malasia y Tailandia. Un ejemplo es el pad thai (fideo frito con salsa de tamarindo), una mezcla de sabores dulces y picantes que no acostumbramos a comer con fideo, pero que hay que probar.

Aunque si eres más afín a la comida japonesa, vas con la Chashu men, una ramen que trae cinco rebanadas de tocino al vapor que se deshacen en la boca desde la primera mordida. Si lo tuyo es el sushi en rollo, hay que darse un Dragón (tempura de camarón y zanahoria frita).

De la coctelería –preparada con ingredientes japoneses– recomiendo el Bonanza para un trago que puede beberse frío o caliente, lleva té chai, ron y ralladura de chocolate. Si buscas algo más refrescante y entonador, échate un mojito Yamamba, que en lugar de ron lleva sake y un toquecito de cardamomo.