Por: Sasha Gamboa

La fachada de una casa porfiriana es la entrada de este restaurante, donde el menú cambia todos los días. Luna Bistró es parte de Stara, un hotel en donde el concepto es tan contemporáneo y fresco como los platillos del restaurante. En las habitaciones, la luz y la música se controlan con una tablet y en Luna te encuentras con una ensalada en la que la protagonista es una burbuja (que parece un globo) de mozzarella.

La cocina es abierta. Si eres observador te darás cuenta de que aprovechan el huerto delroof gardenal máximo. Hay detalles de él por doquier: hojas de hierbabuena fresca en el agua, hierbas finas en la mantequilla y albahaca en las ensaladas.

El concepto de cambiar el menú diario lo denominan como: “anfitrión gourmet” y consiste en tres pasos, primero, el chef arma los platos en su cabeza mientras recorre los pasillos de la Central de Abasto, después, llega a definir e imprimir el menú del día y, por último, los comensales pueden quitar o reacomodar ingredientes si así lo desean.

Empecé con unas tostaditas de barbacoa de marlin con guacamole. La ensalada que siguió era una mezcla interesante tanto de ingredientes como de técnicas, lo primero que llamó mi atención fue la burbuja de mozzarella –la que les decía al inicio– que tuve que ponchar para probar. Junto a la burbuja había lechuga y rebanadas de rábano negro con centro blanco. El toque dulce fue obra de los duraznos al grill que llevaban la ensalada a otro nivel.

No es que el filete de robalo con salsa de uvas no me haya gustado, pero el plato que me sorprendió fue el postre. Un pastel trufado de chocolate con frutos rojos que al verterse con una salsa de durazno hacía ebullición en forma de fumarola blanca, producto del hielo seco. Si te gustan los cocteles dulces, un “Luna”, preparado con licor 43, cereza y hierbabuena.

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