Por: Verónica Chávez Aldaco

Cuando Livorno abrió hace un par de años en una de las esquinas más envidiables de Polanco, se notaba que el esmero estaba más enfocado en la decoración que en el menú y el sabor de los alimentos.

Así que en este 2015 volvimos a ocupar una de sus mesas para darle una segunda oportunidad a los platillos que desde un principio prometían ser dignos representantes de la cocina italiana contemporánea.

La pizza de Tartufo (con queso, tocino y trufa) mejoró bastante. La masa es delgada y fácil de cortar, no hay exceso de salsa de tomate, mientras que el sabor del queso y el tocino se vuelve adictivo a cada rebanada del plato estrella del lugar. El Cuori di carciofi fue una grata sorpresa con el contraste bien logrado entre el queso de cabra y los corazones de alcachofa empanizados con parmesano.

El servicio de los meseros sigue siendo muy bueno. Si no sabes con qué vino acompañar tus alimentos, están muy dispuestos a sugerirte, igual con la explicación del menú, sobre todo ahora que cada dos meses tienen un festival de sabores que se enfoca en ciertas regiones de Italia y utiliza ingredientes típicos con los cuales es interesante familiarizarse.

El Risotto de cangrejo al prosecco y camarones define muy bien el concepto del festival regional de Sicilia que estará hasta septiembre en Livorno. La frescura de los ingredientes y la presentación del platillo culminan muy bien en el fondo de una copa de tinto Valpolicella, perfecto para limpiar el paladar.

Una excelente despedida es el postre de Panna cotta al Baileys; su textura suave con un sutil sabor a alcohol, se lleva muy bien con la corona de crema batida de café y los frutos rojos que lo adornan. Estamos seguros de que volverás por más.