Ni relajado, ni accesible, pero caro y pretencioso. Sin embargo, al final no molesta si el plato es delicioso y memorable… y lo es.

En Brasserie Lipp, los platillos con pato son simplemente seductores. Todo el sabor profundo de los fondos y cocciones lentas está en cada bocado. El gusto de estos platillos todo lo compensa.

Dos ejecuciones son particularmente buenas: el cassoulet de pato con salchicha, alubias, chamorro y (claro) pato; abundante, sabor intenso, texturas finas y delicadas de esas que piden a gritos un buen vino. El segundo: confit de pato con hongos. Una oda al suroeste francés. Textura crujiente por fuera y suave por dentro. Exquisitos placeres.

El servicio es de diez. La carta de vinos aunque destacable, incluye algunas botellas con precios ridículamente caros. No olvidemos que es una Brasserie.