Este jardín en cautiverio, rodeado de piedra y cristal, se divide en dos secciones: una con piso regular y otra empedrada, este último con un techo de vidrio muy alto que da una cómoda sensación de espacio. Las mesas están estratégicamente distribuidas alrededor de vanguardistas chimeneas que templan el lugar por la noche. Aquí la idea es más de warm-up, perfecto para venir a comer y luego seguir con unos cocteles.

La carta es muy parecida a la original y enlista algunos clásicos como los ravioles a los cuatro quesos que siguen siendo espectaculares, cremosos y elaborados con pasta de primera cocinada al dente. El confit de pato está preparado de forma sencilla, con sabores equilibrados y bien integrados. De hecho, la lista de platos fuertes es muy completa, tiene todos los básicos y algunos ricos extras.

La carta de vinos es bastante completa, con variedad de regiones y estilos pero un poco castigadora al bolsillo. Existen buenas opciones también por copeo.

Del bar destaca la famosa lista de martinis. En fin de semana es más familiar con divertimento para los niños.