Es una fonda típica a pocos metros del zócalo de Coyoacán, y aunque en algún tiempo fue bastante reconocida por ofrecer algún espectáculo (los primeros pasos de Iraida Noriega se dieron aquí), hoy en día La Salamandra prácticamente no brinda recitales.

Unas mesitas simples, una humilde exposición de pinturas, un espacio pequeño pero muy cálido y una atención relajada e informal es lo que te obsequia este lugar.

Podrás tomarte una chela en la banqueta, leer un librito o simplemente ver pasar la gente. Si vas a comer, recuerda que no es especializado ni cuenta con una gran carta. El vino de la casa es Trivento, un tinto argentino suave y muy noble para acompañar pastas o carne.

Si pides empanadas, tendrás un problemita. La de carne, por ejemplo, tiene un sabor dulzón. Primero piensas que son pasas, pero luego, cuando pruebas mejor, te preguntas “¿qué hace el mole ahí adentro?” Si aún quieres, come las de espinaca y queso. Están mejor y son lo que parecen.

Al no contar con un gran chef, te conviene inclinarte por las carnes importadas y no tanto las pastas. Arrachera (300 g), prime rib (300 g), tienen buenos precios pero no vienen con guarnición. La arrachera la sirven en la clásica tabla de madera y le puedes poner salsas o chimichurri. Está en su punto justo, tierna y jugosa.

Puedes pedir una cazuela de papas al horno; salen con quesito fundido. Esto y un toque de crema las hace un platillo sencillo y maravilloso. Si estás con la dieta disociada y prefieres ensalada, tienes opciones interesantes: por un lado las calabazas Nicoletta, gratinadas con queso parmesano y crema. Son sabrosísimas y se complementa muy bien el sabor fuerte del parmesano con la suavidad de la crema. Por el otro, la ensalada griega que trae lechuga italiana morada, jitomate, aceitunitas negras y queso de cabra.

Pero finalmente y con satisfacción por el pedazo de carne, te avientas a los dulces. Pide el strudel con reparos, pensando que te traerán un pay de manzana o una manzana con mole. Lo traen a tiempo como todos los platillos. Tiene hojaldre como el strudel, tiene manzana, nueces y pasas como el strudel, está caliente como el strudel. ¡Dios mío!: ¡sí es strudel! La manzana tibia se deshace en la boca refrescando el sabor seco del hojaldre y, de repente, un pedacito de nuez. Éste es el más sabroso motivo para volver.  Finalmente, ¿quién dijo que no se puede empezar por los postres?