Deja de correr como “Speedy González” en tu hora de comida. Mejor vente para acá. Aquí comes rápido, rico y a precio moderado. Quítate el saco y aflójate un poco la corbata, nadie te hará cara de fuchi. En este amable e informal lugar no hay pretensiones. Puedes platicar y reír como en el mercado y hasta ver un buen partido de futbol con un buen trago en la mano.

Por la mañana se sirven ricos desayunos con clásicos platillos mexicanos. Los chavos de la Ibero y del Tec llenan las mesas para disfrutar de la hora libre con sus cuates. A partir de la una de la tarde, el restaurante cambia el menú para los ejecutivos que andan a las carreras. No hay por qué complicarse al ordenar, todo es muy simple: ensaladas, pastas y baguettes. Si tienes tiempo, puedes empezar a picar con un suculento fondue con aceite de oliva y ajo; pruébalo, viene ardiendo y con sabores tenues que hasta te antojarán pedir una copa de vino blanco… Si de plano tienes mucha prisa, córrele a la barra de ensaladas; las verduras te sabrán tan frescas como en tu casa y el aderezo como si lo hubiera hecho tu nana.

Lo más rico y clásico del lugar es, sin pensarlo dos veces, la gran variedad de baguettes y sándwiches. Una de las más pedidas es la raclette: pechuga de pavo, roast beef, gruyère, un toque de roquefort y mostaza francesa. La diferencia entre cada uno de sus ingredientes la hacen única. El roquefort le da el sabor fuerte, la mostaza lo ardiente y las carnes realzan con lo ahumado y tierno de su consistencia. Pídela con pan chapata, viene calientita y crujiente, y úntale la picosita salsa chilpotle que te ponen en la mesa. Y si eres de los bravos, ponle un par de rajas de jalapeño. ¿Podrás con ellas? Ahora sí veremos que tan chilango eres.

En cuanto a las pastas, ni se te ocurra pedirlas, sobre todo el spaghetti a los tres quesos, viene tan grasoso que tu paladar quedará con una capa aceitosa, espesa, difícil de quitar. Además, te la sirven casi fría. Mejor bríncate esta parte del menú y vete por lo ya recomendado.

Los postres no son nada que no hayas probado antes: sabores simples y opciones clásicas como el flan de la casa o el pie de manzana con helado de vainilla.

El servicio es muy atento y rápido (por lo que ya no tendrás que preocuparte de tener que inventarle a tu jefe que llegaste tarde por el tráfico o porque se te poncho una llanta del coche). La Raclette seguramente pasará a ser prioridad en tus opciones para comer rico y rápido. Definitivamente, este lugar sí trae su torta bajo el brazo.