Esta marisquería es un clásico en la colonia y, sin dárselas de ser el gran restaurante, siempre lo encuentras lleno por lo que es común esperar un rato antes de pasar. Eso sí, en cuanto lo logras ya tienes una chela bien fría, un enorme coctel frente a ti.

Los productos son frescos, como si la costa estuviera a un lado, y las preparaciones son oriundas de las costas del país: mojo de ajo, fritos, empanizados, al ajillo, rebosados o a la mantequilla.

La chulada más grande del lugar es el empapelado. A primera vista no parece la gran cosa, pero en cuanto lo abres es como un suculento regalo que no sabías que querías y que no sabes si te podrás terminar. Trae todo: pescado, camarones, pulpo, calamar, ostión, caracol, sirenas y la bendición de Poseidón.

Entre semana, a la hora de la comida, es común que se atiborre por las oficinas a la redonda y, en fin de semana, por turistas y familias. Para que elijas bien a qué hora te apersonas por ahí para echarte tu caldo de camarón, ceviche o quesadillas de pescado.

Para terminar te recomendamos el helado de coco para mantener la fantasía de que estás en la playa y no en la ciudad.