Tin tin tin, es el sonido que mas se escucha en el ambiente de La Parroquia, un lugar que cuenta con 80 años de tradición y ha visto desfilar por su comedor a presidentes, intelectuales, escritores, artistas así como a vendedores, telefonistas y choferes. Sin distinción de clases, La Parroquia es la esencia misma de la democracia.

La especialidad de este lugar (ahora también reconocido como marca) es el café. Y no es un café cualquiera, es el café más fino que te puedas encontrar en este lado del país: sembrado con altos estándares y tostado con la ingeniera más pura, el café de La parroquia es una institución entre los baristas.

Ahora bien, La Parroquia de la col. Florida no sólo tiene el archiconocido café del mismo nombre, también cuenta con un menú excelente y sencillo que lejos de parecer simplón, es sencillamente perfecto.

Los antojitos son los platos principales de la casa: picada o Gorda Parroquia la cual puede ser blanca,negra o dulce y la puedes acompañar con huevos revueltos, con chorizo, tocino, chicharrón o arrachera y bañarlos en salsa verde, roja, ranchera o con mole y frijol.

La quesadilla parroquia es un infaltable si quieres algo exclusivo de la casa, es una tortilla hecha a mano con queso de hebra, fresco o panela. y va acompañada de guacamole con nopales o champiñones.

Las sincronizadas viene con jamón, queso y están acompañadas de ensalada rusa y no podemos dejar de lado los famoso chilaquiles con huevos o con pollito.

Si vas a la hora de la comida, te recomendamos la pasta parroquia con salsa italiana y camarones o el filete de pescado a la plancha con ensalada y arroz. El pan que te dan esta elaborado en la casa pero cuesta 25 pesos la pieza, aunque si vale la pena.

Los postres no se pueden quedar atrás y los más pedidos de la casa es la Latina de café, preparada en cubos de café con un toque de rompope, super rico y el más pedido del día. En el segundo lugar pero no menos importante es el pastel de elote, una porción con una textura excelente y un sabor bien marcado a elote.

No te pierdas la oportunidad de caminar sobre los pasos de la historia del café en la ciudad y, por cierto, el tin tin tin nace del sonido que hacían los conductores de tranvía cuando querían café con su leche. Es sencillo, solo tintinea tu cucharilla con el vaso y ya.