Antes de contarles de La Docena quiero hacer un breve paréntesis sobre Guadalajara, la ciudad donde nació este lugar, y de su pujante oferta restaurantera, una que representada por cocineros extranjeros y locales va con paso firme de boca en boca (y de medio en medio). De ahí que, a pocas semanas de su apertura, haya lista de espera (si no reservan, échenle 40 minutos). Los que conocían La Docena de Guadalajara estaban con los dedos en la puerta esperando por su igual en la colonia Roma.

El menú tiene los mismos éxitos de Tomás Bermúdez: productos del mar al natural o con una intervención de brasa, un menú de hamburguesas y de po boys para los moncheros y cortes para no desairar a los carnívoros. De esta extensión, nuestra recomendación es que pidas media docena de ostiones para abrir el apetito –yo los prefiero siempre naturales– y te sigas con la tostada de jaiba, los camarones al grill y un po boy de calamar frito con una sana dosis de salsa tártara.

El lugar es escandaloso, de esos que te incitan a seguir cheleando, perfecto para la sed de precopeo un fin de semana o para aliviarse una cruda dominguera. Aunque nos arda un poquito, chilangos, no todo lo rico y lo bueno es necesariamente de nuestra cosecha.