En mis tiempos el arte de la seducción era un asunto privado. Nada de luces fuertes ni llamadas telefónicas. Todo quedaba en un juego de miradas o de palabras. Pero ahora, hasta la seducción se ha institucionalizado y ese es el concepto de Jasso Bineu, restaurante liderado por la chef Mariana Jasso.

En este lugar, la comida habla de manera sugestiva. La atmósfera del restaurante es sobria, incluso, al principio no pareciera ser demasiado romántico pero es en el bar donde las luces azules y rosas te enseñan que sí es un lugar erótico. Es aquí cuando abres la carta y empieza a subir la temperatura.

La oferta del menú es extensa, un menú ejecutivo que cambia a diario y que luego puedes combinar con algo de la carta. Uno de sus platillos más conocidos es el pecado de Lucifer: pollo relleno de queso crema, envuelto en coco tostado con salsa de frambuesa al vino blanco y espuma de Boost. Emplatado de manera bien sugerente, como para que no quede duda de la naturaleza del plato.

Es que algunos de sus acompañantes no deja lugar a dudas: cortes de carne abierto en dos (con una forma muy familiar) almejas o mejillones abiertos y pastelillos en forma de pene. Sí, aquí no dejan espacio para malos entendidos.

Pero como no todo puede ser sexo en esta vida (mentira), el restaurante se divide en tres espacios: un patio bien familiar, un sport bar y la zona íntima. Aunque el fuerte del restaurante es esta última sección, sin duda, se dirige a un público más amplio. Es decir, más que al erótismo, Jasso Bineu apuesta por la intimidad.

Para no perder de vista: si reservas para alguna ocasión especial, puedes pedirles al personal que “bañe” de pétalos de rosas tu mesa.