Procurar el disfrute es la clave: disfrute del servicio, de la comida, del espacio, de un buen café o simplemente una copa de vino sin tener que pagar una fortuna; ese es el objetivo de Enjoy y su propietario (antes arquitecto y ahora todòlogo del lugar) Jack Romero. ¿Y lo cumplen? Como todo restaurante que recién arranca, por partes.

El lugar es de esos en los que te gustaría instalarte la tarde entera, y tarde porque por el momento no sirven desayunos, aunque tienen la idea en mente. Hay red inalámbrica, sillas (en color chocolate) muy cómodas y una iluminación de envidia. Además hay algunas mesas junto a los ventanales (abiertos) que suplen a las tan queridas terrazas y en las que los comensales solitarios pueden hallarse cómodos.

El servicio es bastante atento y el código de vestimenta por completo casual; no hay restricción o una tendencia en quienès frecuentan el espacio: lo mismo llegan familias completas, que parejas o gente que trabaja por la zona.

En cuanto al menú, se nota cierta ambición; hay platillos que son muy familiares ejecutados con un twist, ninguna invención descabellada sino con tendencias a lo gourmet. Un ejemplo bien logrado son los tacos de atún al pastor, son tres pedazos de atún montados en un cubo de piña, bañados en un adobo espeso (muy bueno) y bien sazonado; las tortillas vienen aparte y son, como parte del concepto gourmet, de colores.A otras especialidades como los camarones Enjoy les hace falta fuerza (a pesar de tratarse de una clásica versión tropicalizada, con salsa de mango y cobertura de coco).Eso sí, se agradece que cocinen con poca grasa y las presentaciones sean agradables a la vista.

Una grata sorpresa fue el crème brûlée: la natilla está en el punto, las frutas que vienen encima son frescas y acidas para contrastar con el dulce del postre y la cobertura (esa que todos vimos a Amèlie romper con la cuchara) ¡no viene quemada! Acompàñalo con un cafè, Illy, de la casa.