El Diez se ha convertido en el lugar que terminas pisando al menos una noche en la vida. Cierran tarde y las sucursales que se han desprendido de la original en Alfonso Reyes son cada vez más cómodas y grandes. En ésta, por ejemplo, hay varias mesas en la terraza y el comedor da la vuelta a la esquina de Álvaro Obregón y Orizaba. El menú es una réplica de las otras y aunque las especialidades son parrilleras, a veces vale la pena echarle un ojo a las otras opciones del menú.

Si eres carnívoro, los cortes van de la arrachera, al vacío, el churrasco o el asado en tira; casi todos vienen en porciones de 300 gramos. También ofrecen una parrilla de mar al carbón con opciones de pulpo, salmón rosado y medallón de atún. Todo acompañado con verduras asadas.

Las pizzas por metro son una ganga: en la de roquefort son generosos con el queso; la de chistorra es una tapa arterias llena de grasa pero se agradece el abuso en cada pedazo lleno de este manjar; la margarita tiene el toque de las rebanadas de tomate y trozos de albahaca que le dan sabor.

Cuando el apetito no es mucho, también son recomendables las ensaladas (cada porción alcanza para dos personas) y el choripán, media baguette con el chorizo argentino y la salsera con chimichurri para que puedas agregar al gusto.

La carta de vinos no es extensa, ni precisamente propositiva. Pero tienen bien entendido qué tanta proteína y grasa va bien con variedades tánicas como los Malbec. El “pingüinito” que te sirven como vino de la casa es buena opción.

Suelen tener promociones, así que pregunta por ellas. Ofrecen, por ejemplo, lo mejor de Diez en paquete para compartir o disfrutar solo; coctelería al 2 x 1 todos los días a partir de las cinco de la tarde, y hasta hay una opción en la que si festejas ahí tu cumpleaños, tu menú puede ser gratis. Los jueves, a partir de las nueve y media de la noche, hay música en vivo, puedes escuchar desde un solista de baladas en español hasta un cantante de jazz o un grupo de rock.