Un santuario de la cocina mexicana de autor: lasaña de chicharrón y camarones al pulque. ¡Delicioso!

Ya de entrada, el Paxia te ofrece un ambiente delicioso, muy íntimo, con una iluminación muy original, producida por unas grandes pantallas caladas que penden del techo y generan sombras chinas en sus paredes. Una vez en tu elegante mesa, con la música en su justo volumen, prepárate para experimentar algo fuera de lo común, porque aquí se viene a comer no bien, sino excelente. Y es que, sin lugar a dudas, este lugar se gana el título del restaurante más novedoso en cuanto a experimentación de sabores con ingredientes muy mexicanos.

Basta comenzar con algunos de sus cocteles margaritas, o la ligeramente picosita mezcalita (coctel con mezcal) de chamoy, entre muchas otras, para saber que estamos entrando a un nuevo mundo de sensaciones para el paladar. De cortesía te mandan unas miniquesadillas con guacamole que para abrir apetito están bastante bien. Sin embargo, lo que verdaderamente te va a volver loco es la gran variedad de entradas, entre las cuales, los rollitos de pato con perejil frito y salsa dulce de chile manzano se llevan las palmas. A pesar de ser un poquito grasosos el pato está en su punto y la salsa le da un toque mágico. Y es que existe una perfecta armonía entre lo dulce y lo picoso del chile: no te empalaga ni te pica la lengua.

Otra sugerencia muy atinada del amable mesero fueron las quesadillitas de plátano macho rellenas de frijol: tienen el tamaño ideal y vienen presentadas de manera muy agradable, con una cazuelita de chocolatoso mole negro para bañarlas. Cuando sientas la combinación perfecta del plátano, el frijol y el mole en tu boca, pensarás que después de esto puedes morir en paz. Habrás probado lo suculento de lo suculento; y no es broma.

Sin duda puedes saciarte sólo con entradas, pero, por desgracia –o fortuna–, los platos fuertes no se quedan atrás. Podrían recomendarse todos y cada uno de ellos, sin embargo, hay tres que destacan: la lasaña de chicharrón en salsa verde, que viene en una porción pequeña pero de fiel sabor y una exquisita consistencia semigelatinosa del chicharrón; los camarones al pulque, que son sólo ocho, pero es suficiente para deleitarte con su salsita de pulque que te dejará un rico picor de fermentación en la lengua. Además vienen acompañados de un tamalito de queso oaxaca; por último, las enchiladas de pato en mole verde, un verdadero festín mexicano, en gran parte por tratarse de pato suave y no de pollo medio seco. Además la tortilla remojada en salsa verde no pierde su consistencia. Este platillo es mucho más recomendable para la comida que para la cena, por aquello de las pesadillas y las agruras.

Haciendo honor a nuestras bodegas, el maridaje ideal para estos platos se logra con un Tinta del Valle, Acrata de Ensenada, aunque no está por demás decir que hoy en día lo que mejor le va al mole es la champaña. Si eres muy dulcero y aún te queda un hueco (difícil que ocurra en este lugar), puedes probar la natilla de mamey que, aunque buena, le sobra una gran porción de pasta de hojaldre sobre la que viene presentada y te deja un tanto pastoso el paladar. Si puedes, mejor quédate con el sabor de alguno de sus platillos salados.