Este es un restaurante amable, pero no de nariz respingada. La raíz italiana de la nación conosureña emparenta su cocina con la argentina. Por eso no te sorprenderá que en la carta haya provoletas, empanadas, bifes y pizzas. Las denominaciones varían un poco; los uruguayos, por ejemplo, le dicen entrecôte a lo que del otro lado del Mar del Plata se conoce como bife de chorizo, un corte jugoso, grasosito, de buen tamaño y mejor sabor.

Las pastas también son cocinadas con ancestral conocimiento. Una favorita de los asiduos es el lingüini Rambla Sur, una pasta de sémola que a cada bocado va revelando sabores de mariscos frescos (pulpo, mejillón, camarón y calamar). Su combinación de pomodoro al vino blanco, ajo laminado, chile de árbol y perejil se recibe con vigor.

Las pizzas también son sobresalientes; incluso la aparentemente elemental Margarita (con el acento que le pone el queso mozzarrella y la albahaca) hacen recordar con pena lo que nos entregan a domicilio. De los postres hay que destacar la Copa Chajá, que te recibe con unas zarzamoras aciditas, te va a abrazando con el suave sabor del helado de vainilla, te seduce con el merengue y termina matándote con la crema batida.

Si eres aficionado al vino, prueba alguna de las opciones del varietal Tannat. El Amat es un caldo con mucho cuerpo.

Barrio Sur resulta una opción inmejorable para cenar tranquilamente con la esposa, la novia, o algún amigo. El cuerpo de meseros es atento, juvenil y sabe muy bien lo que se prepara en sus cocinas. Un lugar sencillo pero de muy buen gusto.