Excepcional cocina mexicana de autor a un módico precio.

Lo de cafetería es un decir. La planta baja de uno de los edificios más modernos de Latinoamérica, en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, es el fresco y minimal espacio que ocupa el Azul y Oro.

El menú es exactamente igual al original, especialidades regionales en perfecta ejecución. Aquí se antoja los platos frescos como el gazpacho de melón, una aromática preparación que conquista desde el primer sorbo por el dulce aroma del melón en contraste con el sabroso acidito del jitomate. La lista de ensaladas es rica y saludable, todos los ingredientes son orgánicos y en general llevan un toque mexicano muy rico como la ensalada de manzana, de toques ácidos, con un meloso aderezo de tejocote.

Las mesas y las sillas son mucho más agradables, será tal vez el toque suave de la luz natural, se siente elegante pero relajado y se antoja quedarse largo rato a disfrutar los magníficos postres como el consagrado nicuatole con salsa de zapote, una especie de gelatina firme hecha a base de maíz.

El café de olla es rico, con una nota muy aromática de canela y un dulzor mesurado, apenas justo para balancear el gusto amargo. Dulce también es la cuenta. Este lugar, a pesar del oropel, mantiene la filosofía de «la mejor comida, al mejor precio».
Por ahora no funciona a toda su capacidad, el gran espacio entre mesas es muy agradable, a pesar de ser completamente abierto, la sensación de privacidad se siente en cada silla.