A raíz del sismo, este restaurante de comida tradicional francesa tuvo que reubicarse de la Condesa a Polanco. Aunque, por supuesto, puedes esperar la exquisitez y el servicio de siempre en su nueva casa.

Aquí las cosas se hacen como en la vieja escuela, de la carta al servicio. De mantel blanco, copas de cristal y meseros amables y preparados para servir lo mejor de la gastronomía francesa tradicional.

Prueba la suntuosa sopa de cebolla, uno de sus platos más pedidos junto al entrecot con echalotes; echadotes el diente porque son una delicia. Te recomendamos mucho el confit de pato o si eres de gustos inusuales, el fettuccine cremoso con escargots (caracoles).

De vez en cuando notarás que en su carta se incorporan platillos de otros países como España e Italia o el continente asiático. Las sugerencias cambian cinco o seis platillos al día y se preparan con minuciosidad.

Ahora en Polanco cuentan con dos terrazas: una sobre la calle y otra interna para los que gustan del sol pero también de su privacidad.