Este domingo, una columna de opinión del chef Enrique Olvera atizó la conversación en Twitter. Si bien el fundador de Pujol —uno de los mejores restaurantes del mundo— cuestionó la creencia de que el cliente siempre tiene la razón, lo que calentó los ánimos fue un fragmento en donde critica a quienes piden limón para el sushi —o chiles toreados para el fettuccini—. ¿Por qué nos gusta el limón y se lo ponemos casi a todo? Acá exploramos un poco sobre el paladar mexicano (y chilango).

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Los mexicanos amamos el limón, se sabe. Y cómo no, si podemos presumir que, a diferencia de otros países, gozamos de una generosa producción de al menos tres variedades de limón: el agrio o mexicano (el de mayor producción); el persa (un poquito más grande que el agrio y sin semillas); y el italiano. Además, México es el país número uno del mundo en producción de limón, de acuerdo con un reporte publicado en 2019 por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rura (Sedar).

Así que el limón es un cítrico de fácil acceso; sobre todo el limón mexicano, una especie cultivada para el consumo nacional. Esta disponibilidad es una de las razones para responder por qué nos gusta el limón y ponérselo casi a todo.

Y es que no podemos negarlo —aunque, por supuesto, sin negar las excepciones producto de los gustos personales—, unas gotitas de limón le caen muy bien casi a todo: desde una sopita aguada a un pozole, pasando por los tacos (y las garnachas en general) hasta fruta como el mango, la jícama, papaya, o para rescatar de la oxidación a un guacamole.

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Otro argumento infalible es el equilibrio perfecto entre combinar el picante o la grasita de la cocina mexicana con algo ácido. Por eso es que los tacos (y muchas garnachas) son perfectos acompañados con unas gotitas de limón y una salsa rifada. De acuerdo con el famoso libro Salt, acid, fat, heat de la chef y escritora Samin Nosrat, “el ácido equilibra los sabores”. ¿Alguien podría negarlo?

Por qué nos gusta el limón: consejos para conservarlos

Van algunos consejos publicados por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco):

  • Se pueden conservar hasta una semana si se mantienen a temperatura ambiente.
  • Para conservarlos por más tiempo, mantenlos en refrigeración. 
  • Tanto el jugo como la cáscara se pueden congelar, mientras que la cáscara desecada o confitada se debe conservar en un lugar fresco y seco.
  • Si solo utilizas la mitad y la otra la quieres guardar y conservarla, algunos consejos es espolvorearlas con un poco de sal encima para al momento de volver a usarlo, solo cortas un fina rodaja y listo.
  • Otra forma es colocarlo boca abajo en un plato y cubrirlo con un vaso.
  • De igual manera, colócalo boca abajo en un plato al cual previamente le pusiste una gotas de vinagre.