Uff,
después del grossout
total que nos dimos con lo del pozole y el guacamole, algo para quitarnos el mal
sabor de la boca. Aunque las
técnicas de elaboración de la nieve de garrafa provengan de Europa (de Italia,
para ser precisos), este postre ya tenía su homólogo en el mundo prehispánico.

Según
va la leyenda, ya desde la época de los teotihuacanos se acostumbraba preparar
nieve de sabores para ciertos festivales religiosos. Para esto había equipos de
corredores especializados que subían hasta el Popocatepetl a bajar nieve.
Esta
era preparada por los sacerdotes, que le agregaban pulque o frutas. Primero se
le servía una porción a los dioses, luego se le servía a la nobleza.

Así que la próxima vez que te gana el
antojo por una nievecita te puedes justificar diciendo que estás alimentando tu
deidad interna.