Sal de casa o de tu oficina en lo más alto de un edificio corporativo chilango y camina por las arboladas calles de las Lomas. Respira. Hoy no es día de fonda, hoy sí mereces comida rica y diferente. Cierra los ojos y repite: merezco comida rica y diferente. Abre los ojos, bienvenido a Ginza Barra.

Ginza Barra

Foto: Ana Blumenkron

Ginza Barra: mucho más que sushi

La larga barra de madera con 18 asientos se extiende frente a ti, en la banqueta. Ginza Barra tiene alma de puesto de calle pero su diseño es pulcro, brillante. Como las barras de sushi en Japón, su menú ofrece makis, nigiris y tazones cumplidores, servidos en porciones que llenan pero no empanzonan. Puedes irte a lo conocido y ordenar alguno o puedes repetir el mantra de hoy, pedir una cerveza japonesa —¿Sapporo está bien?— y preguntarle al chef por los especiales del día.

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Ginza Barra

Foto: Ana Blumenkron

Cocina japonesa con alma mexicana en Ginza Barra

El chef es mexicano, se llama Óscar Magaña y no pretende que su cocina sea “auténtica japonesa”. Eso no existe en México, se sabe. Por eso no le tiene miedo a experimentar en Ginza Barra y le imprime un poquito de sabor mexa a todo. El omakase de tacos (de algas y arroz), por ejemplo. Los preferidos: de king salmon con camarón tempura spicy y de anguila con foie-gras flameado. Una de sus ya exitosas creaciones.

Ginza Barra

Omakase de tacos. Foto: Ana Blumenkron

En sus creaciones, a veces más occidentales que orientales, la buena calidad se nota —como el amor o el dinero—. Los ingredientes, frescos. La técnica, precisa, ensayada. La sazón, afortunada. Es como comer lujoso en un restaurante japonés de renombre pero con un ambiente de barrio —barrio bonito— más cómodo y pagable.

Ginza Barra

Jaiba suave. Foto: Ana Blumenkrom

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Pagable no es barato. Comer pescado fresquito de Ensenada, king salmon de Nueva Zelanda y sándwiches de rib eye con anguila tiene su costo, pero recuerda: “merezco comida rica y diferente”.

Diferente, sin duda, es la almeja chocolata con mantequilla de mariscos, el karaage (tipo tempura) de jaiba de concha suave con salsa de nabo y jengibre —sobresaliente, sabrosa— y la tostada Ginza, con kampachi —un pez carnoso como el atún— marinado en Miso, crema de trufa y foie-gras. Glamuroso todo en Ginza Barra.

Ginza Barra

Almeja con mantequilla de mariscos. Foto: Ana Blumenkron

Glamuroso por la buena calidad y los detalles —por ejemplo: los cristales de sal Maldon que acompañan casi todo—, no de pose —Ginza Barra no es un restaurante de Polanco al que vas para que te vean.

Ginza Barra

Foto: Ana Blumenkron

Los postres son menos espectaculares pero le echan ganas. Hay helado de frijol dulce y mochi de chocolate Conejito, muy rico.

Todo en Ginza Barra va bien con lagers —¿ahora una Asahi o una Colimita o Piedra Lisa?— y, si vas por la tarde-noche, el ambiente ya está como para ir a cenar y hacer sobremesa. No grupos grandes, eso sí, dos personas es lo ideal para estar cómodos en la barra.

Ginza Barra

Foto: Ana Blumenkron

Ginza Barra

Dónde: Pedregal 17, Lomas de Virreyes, Lomas de Chapultepec V Secc

Horarios: mar-sáb: 13:00-23:00, dom-lun: 13:00-22:00

Cuánto: $450-$700, tc: todas

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