El Califa de León prueba que, en México, un taco es lo único que se necesita para unir, aunque sea por un ratito, realidades opuestas: políticos, codo a codo con vendedores ambulantes, han comido sus delicias hechas con el mismo filete y sal de mar que se esperaría de un restaurante en Av. Masaryk, pero estando en medio de un tianguis en la colonia San Rafael.

Una muralla de tendederos metálicos y lonas que se alzan sobre la banqueta, tapan casi todos los días su fachada, así que, para dar con esta taquería, lo más fácil es adentrarse en el corredor de puestos ambulantes e ir pidiendo señas a quien se cruce por el camino: casi toda la banda de la zona ubica en donde está.

Los fines de semana la mayor parte de la clientela se arremolina de pie afuera del negocio, en compañía de maniquíes y estantes de ropa de los comercios aledaños.

Dentro de esta cajita tapizada por mosaicos blancos sesenteros solo caben cuatro o cinco comensales. Más de la mitad del espacio está ocupado por la plancha y el otro tramo por una barra; frente la pared de esta hay una franja de papel que repite, una y otra vez la frase “no te suenes la nariz”.

Tacos y política

Lo que llama aún más la atención es que, arriba del letrero mencionado, cuelga una reproducción a gran escala de una columna del periódico Ovaciones, de 1993, que gira en torno al excandidato presidencial Luis Donaldo Colosio.

En los últimos párrafos de la publicación, el autor narra el encuentro que tuvo con este personaje en El Califa de León. “…Es el comedero más igualitario de México. Todo mundo come de pie chorreando sasla en la banqueta, olisqueado por perros trasnochados…” , “…Algo comentamos acerca de lo buenos que eran los tacos en este olvidado rincón de México nocturno…”, se alcanza a leer.

Él es Arturo Rivera Martínez, parrillero en El Califa de León
Él es Arturo Rivera Martínez, parrillero en El Califa de León

A esta taquería también le han caído otros políticos cómo el exgobernador Eruviel Ávila, el exsecretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y el expresidente Carlos Salinas de Gortari, personajes que quizá, no aporten prestigio, pero sí interés histórico.

Ingredientes de calidad: el principio de todo

Solo hay cuatro opciones: bistec por $53, gaonera por $70 y costilla y chuleta por $82. “Es caro, pero vale la pena”, comenta una de las clientes. Los precios son más elevados que en otras taquerías de la zona, pero también aseguran que lo es la calidad de sus ingredientes.

Únicamente trabajan con filete de primera, el cual sellan con un poco de manteca y sal de mar, luego lo ponen a la plancha, le echan limón y sirven en tortilla recién hecha.

Cristina Sánchez, trabajadora en El Califa de León.
Cristina Sánchez, trabajadora en El Califa de León.

El encanto del Califa de León

Su historia comenzó hace más de 60 años con Juan Hernández González, quien asegura que ahí se crearon tacos gaonera, los cuales se distinguen por estar hechos con filete de res muy suave.

Lo primero que debes hacer cuando llegues a este lugar es pedir permiso a las y los comensales para pasar al fondo del changarro a pagar en caja, ahí Marco Moreno, te darán un papelito con tu orden que tienes que entregar al parrillero, después de un rato, Martha Vega, quien, por cierto, tiene 30 años trabajando en este lugar, te entregarán lo que pediste.

En El Califa de León, además de manjares, hallarás quizá, la taquería más históricamente democrática de México.

Dónde: Av. Ribera de San Cosme 56, San Rafael

Horario: lunes a domingo, 11 a 2 de la mañana

Consumo promedio: $350

IG: @califadeleon