Mariana: Este dulce ya es de las nuevas generaciones. El empaque tiene
el encanto retro de ser un barrilito (con sal de chile dentro) con la
imagen del Chavo del Ocho (que no estoy muy segura de que los niños
sepan quién es, pero bueno). Viene con una paleta para que practiques el
viejo truco de sopearla en la sal. Bastante entretenido. Si me
preguntan, yo desecharía la paleta, me quedaría con el polvito y lo
utilizaría para comerme unos pepinos con chilito y limón.

Steven:
No me convenció. La paleta es muy empalagosa y a la sal de chile le
faltó punch.