Son las 12:00 en punto y el guía llama a iniciar el recorrido por la casa de‘El Indio’ Fernández. Lo primero que percibes, es el olor a comida recién hecha que te despierta el hambre, justo a la hora del desayuno.

Ahí están dos señoras en una típica cocina poblana en un fogón de talavera, rincón favorito del Indio donde alguna vez su esposa Columba Domínguez le hizo en mole verde a tres de sus mejores gallos de pelea, porque no había dejado el gasto.

Con sólo dar tres pasos, ya estás en el comedor, una impresionante mesa de palo fierro adornada por 14 sillas de ébano en la que en 1962 se sentó Marilyn Monroe, a tomarse un caballito de tequila y en la que Dolores del Río desayunaba tamales de dulce.

Esa parte de la casa se ilumina con el sol que entra por una puerta de dos hojas que te conduce al patio, donde te llama la atención una impresionante fuente al costado de un torreón que asemeja la fachada de una fortaleza.

Al subir por una de sus tantas escaleras, se llega al salón de música, un espacio en forma de cúpula donde la mismísima María Callas ensayó para una presentación en Bellas Artes, y te cae el veinte de la historia que posee el lugar construido por los albañiles que el Indio también utilizaba como extras en sus películas.

Y te imaginas a la Doña María Félix, grabando ‘El Rapto’, cuando en una de las primeras escenas baja a toda velocidad por una de las escaleras de la casa para darle unas cachetadas a Jorge Negrete.

Ahí mismo donde José Alfredo Jiménez compuso ‘La que se fue’ en una de sus tantas visitas a La Fortaleza, para ver a Félix, de quien estaba enamorado y en donde ahora se proyectan cintas del cine de oro mexicano.

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