Las reglas, sencillas: moverse por un día entero en taxis distintos, alos destinos necesarios, para escribir la crónica. Dejar a un lado losrecorridos tradicionales para enfocarse, completamente, en las aventuras denuestros taxistas. Mantener su anonimato. Preguntarles, nada más, su anécdotamás extraña como taxistas. Subir al Internet los resultados obtenidos, casiintactos de edición. Conocer mejor la ciudad.

Destino: San Ángel. Origen: Miguel Ángel de Quevedo.

"Una vez se subió una chava, caderona, bien buenota. Me dijo que lallevara por ahí por Vallejo, ¿sí conoce? Por Oceanía, por ahí. Que si nosparábamos por unos refrescos. Entonces ahí anduvimos, y ya nos encontramos conun Oxxo o algo así y pues hago el freno. Total que se bajó y yo me quedé en elcarro. Regresó con unos vasos y unos refrescos y una botellita de Walker, delvino ése amarillo. De whiskey pues. Y ya agarramos por el Eje 4 y en eso medice la vieja: ‘Unos quites, ¿no? ¿O qué? ¿Le da miedo?. Y pus yo pensé que mequería madrear al principio, pero ya que lo pensé bien me di cuenta que andabajariosa la condenada, que quería fiesta. Y pus me quedé así, mire [procedeel conductor a poner una estática cara de sorpresa]. No supe qué hacer. Total que me puse laspilas y le dije que va, cómo no, a dónde nos vamos. Y ya nos bajamos ahí a unhotelito que está sobre la misma Calzada, y no se imagina joven, la que nospusimos y la que me puso. [Ríe] No, si viera la cara que traía cuando regresé a mi casa, ni yo mismopodía con la pena. Imagínese mi mujer…"

Del primer punto de nuestro recorrido terminé un poco frustrado(además de profundamente enmañanado): pensé que muy probablemente me iba aencontrar con historias de infidelidad carretera, única y exclusivamente. Todoel ejercicio y la emoción podían desaparecer rápido. Había que esperar algunashoras.

33251Historias de taxi

Historias de taxi (Chilango)

Destino: Colonia Roma. Origen: San Ángel.

Decidí cambiar el método. La distancia era más larga y podíareservarme la pregunta directa de "su anécdota más extraña". Platiqué un pococon el taxista, sobre todo de su trabajo, hasta que la conversación se puso tantensa como me dejó helado.

"…es que la idea de cambiar los modelos de los carros seguro viene deun judío, ¿a poco no? [Muy confundido, no supe responder más que con un:¿Cómo?] Sí, o sea, seguroalgún amigo de Ebrard o de esos cabrones es dueño de alguna agencia y anda ahímetido en el tejemaneje. [Pero, ¿por qué judío?] Porque esos güeyes lo controlan todo. Son losdueños de todos los comercios, de la tele, de las películas, andan en losgobiernos y nadie los puede parar. [Mi hermoso rostro Abrahámico hizo que,de pronto, me pusiera nervioso). Mira, chavo, te voy a recomendar unos libros, de un cuate chileno quese llama… este.. Serrano… creo que se llama Serrano… tiene uno muy bueno que sellama La Resurrección del Héroe que va sobre todo el asunto de Hitler y el nacionalsocialismo y ahíexplica bien a bien lo que te estoy diciendo. [Perplejo, superando todos mis sueños narrativos, no supe quécontestar. Me estaba hablando de Hitler. Un taxista en la ciudad de México meestaba hablando de Hitler. ¡¡¡¿¿¿QUÉ???!!! Decidí sacarle más información dadoque nos encontrábamos prontos a nuestro destino: No sé si sea cierto o no, perotampoco es plan matarlos, le dije] ¿A poco hay de otra? Aquí en México está cabrón organizarse bien, hayalgunos grupillos por ahí, pero en otros países más educados las cosas sí seestán armando. Vas a ver, güerejo, cómo a esos güeyes se los va a cargar lachingada".

Como ustedes, amables lectores, me quedé estupefacto. Si me habíapreocupado no encontrar buenas historias para el tintero, acababa deencontrarme con una que valía por millones de otras.

Confundido, sonreí.