¿Sabes qué significa la “A” de Gustavo A. Madero? Pues significa “Adolfo”. ¿Y sabes quién era él? Pues el hermano del presidente y artífice de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero.

Esta Delegación Política, localizada al norte de la Ciudad de México, es uno de los puntos más importantes de la capital desde tiempos prehispánicos, ya que ahí se encuentra el Tepeyac, lugar donde se adoraba a la diosa Tonantzin y, tras la conquista, a la Virgen de Guadalupe.

De hecho, el primer nombre de esa demarcación fue “Guadalupe Hidalgo”, pero en los 40 se bautizó con el nombre del hermano de Francisco I. Madero.

¿Pero quién era Gustavo A. Madero? Continúa leyendo porque tiene una historia interesante y trágica en la Ciudad de México.

El ojo postizo

Gustavo nació en 1875 en Parras de la Fuente, Coahuila, en una familia de comerciantes, banqueros y empresarios, por lo que, gracias a esa posición acomodada, pudo estudiar en Estados Unidos y Europa junto a su hermano Francisco.

Por cierto, en su adolescencia, ambos estudiaron en un internado de Saltillo, en donde Gustavo recibió un pelotazo que le provocó la pérdida de un ojo, por lo que el resto de su vida tuvo que usar un ojo postizo, además de anteojos.

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Foto: Colección Archivo Casasola – Fototeca Nacional

Político por accidente

Ya de adulto, aunque lo suyo eran los negocios, la influencia de su abuelo y, después, de su hermano, lo encaminaron a la política, pero al ser tan bueno para los temas del dinero, fue el encargado de conseguir parte de los fondos económicos que se usaron para financiar la primera parte de la Revolución Mexicana.

Después de que la Revolución derrocó a Porfirio Díaz, Gustavo continuó en la política para fundar el Partido Constitucional Progresista, el cual fue el que postuló a su hermano Francisco para que ganara la presidencia en noviembre de 1911.

Sus intenciones eran dedicarse a los negocios, pero su hermano lo necesitaba a su lado para poder impulsar sus reformas, por lo que buscó y obtuvo una diputación, desde donde trataría de bloquear las negras intenciones de los porfiristas que quedaban.

Distanciamiento entre hermanos

A pesar de que durante mucho tiempo había sido el principal consejero de Francisco, este tomó decisiones durante su presidencia con las que Gustavo no estaba de acuerdo, como poner en puestos importantes de su gabinete a tíos y primos que, curiosamente, estaban más cercanos a la gente de Porfirio Díaz que a los revolucionarios.

Además de los problemas que tenía con su familia y su propio partido, los periodistas que estaban en contra de él (principalmente aquellos a los ya les habían dejado de pagar para que hablaran bien del gobierno) lo atacaron constantemente y lo apodaron “ojo parado”, debido al ojo postizo que utilizaba.

Los enfrentamientos entre hermanos por las decisiones políticas provocaron que, a inicios de 1913, el Madero presidente nombrara a Gustavo como embajador en Japón, lo cual nunca se ejecutó, debido al episodio conocido como la “Decena Trágica” que, en resumen, se gestó para derrocar a Francisco, y que tuvo lugar entre el 9 y el 18 de febrero de 1913.

Cuando Francisco no le creyó a Gustavo

Gustavo ya le había advertido a Francisco que la persona a la que había puesto al frente del Ejército, nada más que Victoriano Huerta, no era confiable, lo cual ratificó cuando descubrió que el general se había pasado del lado de los que querían derrocar al presidente, por lo que lo mandó a encarcelar.

Pero, en uno de los errores políticos más grandes de la historia de México (bueno, hasta ese momento), Francisco no le creyó a Gustavo y ¡decidió liberar a Huerta! Así que sólo pasaron unas horas para que se consumara la traición. Finalmente, el 18 de febrero, tanto Gustavo como Francisco, además del vicepresidente José María Pino Suárez, fueron aprehendidos.

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Colección Archivo Casasola – Fototeca Nacional

Huerta traicionó así a Gustavo

La aprehensión de Gustavo se encontró con Huerta en un restaurante llamado Gambrinus –que estaba en lo que hoy es, curiosamente, la calle Madero, en el Centro Histórico–. Sentados en la misa mesa, Huerta le pidió prestada la pistola a Gustavo, quien accedió y se la dio. Pero el general se paró de su lugar (con todo y la pistola) para permitir que unos soldados aprehendieran el hermano del presidente.

La tortura y muerte

Gustavo murió esa misma noche en el cuartel de La Ciudadela, que estaba en donde hoy se encuentra la Biblioteca México, después de haber sido torturado salvajemente por los soldados. Las crónicas narran que muchas veces pidió clemencia, ofreció dinero para que no lo mataran y mencionó a su familia, pero eso solo provocaba que la tortura fuera más fuerte.

Antes de morir, le quitaron con una bayoneta el único ojo que le quedaba y, cuentan, cayó muerto frente a la estatua de José María Morelos (quien también había estado preso ahí en 1815 antes de ser fusilado).

Nadie sabía a dónde había sido llevado Gustavo, pero durante el entierro de Francisco (el 24 de febrero), alguien le filtró a la familia el dato de que su cadáver había sido encontrado en el suelo de La Ciudadela y llevado al panteón de Dolores. Para recuperar el cuerpo de Gustavo fue necesario prometer que sus funerales serían discretos y sin prensa, lo cual sucedió varios días después de negociaciones con el gobierno de Huerta.

Gustavo, de 38 años, fue identificado por una camisa que tenía bordadas las iniciales “G.A.M.” y por el ojo postizo. Así, casi tres décadas después, en 1941, se nombró a una de las delegaciones de la Ciudad de México como Gustavo A. Madero.