Dicen los que saben, entre ellos Sigmund Freud con sus estudios acerca de la pulsión sexual y la libido, que cada uno de nuestros actos están impulsados por hábitos sexuales o, en muchas ocasiones, por frustraciones de la misma índole. Nos preguntamos qué diagnóstico haría el Dr. Freud a los “hábiles” conductores que aprovechan la sirena de una ambulancia para ir detrás de ella y pasarse los altos o aquellos gandallas que nunca hacen fila para tomar una salida o incorporarse al carril de alta.
Como el buen Dr. Freud nunca tuvo la oportunidad de desentrañar la cambiante personalidad de esa especie citadina catalogada como conductores, nos dimos a la tarea de investigar cuáles serán los hábitos o frustraciones sexuales de quienes circulan por esta ciudad de acuerdo con su comportamiento.

Los que no aguantan nada

Algo que es endiabladamente ofensivo, sin duda es cuando un salvaje se cierra para dar vuelta en U (que por cierto está prohibida). Dicho sujeto muestra los síntomas de un eyaculador precoz. Este padecimiento es causado, muy a menudo, por la ansiedad y demasiada estimulación. Su ansiedad por alcanzar rápidamente la satisfacción de dar vuelta, sin importarle las necesidades de otros conductores lo delatan como congregante de la organización de los “gatilleros”; aquéllos que traen un stiker pegado junto a la placa que dice: “se busca mujer para… ya no. Olvídalo”.

Me siento tan impotente… que necesito rebasar

La velocidad es una experiencia que se vive pocas veces en esta ciudad. No sólo porque la ley señala como el límite los 80 kph, sino porque el tráfico es tan cotidiano que en otras latitudes al Distrito Federal se le conoce como una ciudad de primera… y segunda velocidad. Así que una de las prácticas más gratificantes para un conductor es rebasar por la derecha o la izquierda, da igual. Pero cuidado, quienes gustan de la velocidad es probable que muestren los rasgos típicos de la disfunción eréctil. Su desempeño en la cama es tan frustrante que necesitan equilibrar el placer a través del volante. Es la única manera en la que pueden sentir un orgasmo. La siguiente vez que un cretino te rebase y te obligue a dar un volantazo o a frenar de tal manera que puedes lesionarte las cervicales, piensa que de seguro su pequeño amiguito no responde a la orden de firmes.

Los que no guardan su distancia

Seguro alguna vez te has enfrentado al típico desesperado que te echa las luces para que avances más rápido (sobre viaducto, a las siete de la noche, en quincena), o el que casi incrusta sus faros en tu defensa porque intenta presionarte para que te cambies de carril y lo dejes pasar. Esta es la conducta de un verdadero adicto al sexo. La adicción sexual es una actividad que se ha transformado en obsesiva, al punto que el comportamiento está fuera de control. Esta compulsión puede tomar muchas formas, desde el uso de la pornografía para masturbarse, vouyerismo hasta tener relaciones sexuales con quien se deje. Por supuesto, el acoso es la piedra angular de este comportamiento. El adicto sexual te acosará, ya sea porque quiere que avances más rápido, te muevas o porque desea llamar tu atención para invitarte un trago coqueto que, quien sabe, a lo mejor tiene final feliz.

Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Cuando del volante se trata, la metamorfosis es una constante para muchos conductores: una niña de lo más linda puede sonrojar al mismísimo Polo Polo cuando algún patán invade su carril, y no pasa, ni deja pasar. Pero también están aquellos hombres que en su casa son de lo más tímido y sumisos e inclusive suelen complacer en la cama a su pareja aún a costa de su propia satisfacción, pero que al volante buscan la más mínima escusa para bajarse del coche -con portazo y todo- para golpear la ventanilla de quien no prendió su direccional para cambiarse de carril. Estamos ante el típico mandilón, aquél que no es capaz de confrontarse con su pareja, pero es un buscapleitos en la calle. Si te lo encuentras, una de las maneras más efectivas de neutralizar su furia es amenazarlo con acusarlo con su mujer.

El oportunista

Ya llevas como cinco minutos esperando incorporarte al carril de alta, los cuatro coches de adelante han respetado el muy civilizado “uno y uno”, estás a unos metros de lograrlo y por tu derecha alcanzas a ver a un patán (por lo regular es un taxi) que se ha saltado toda la fila para meterse de buenas a primeras. No te dejas y aceleras un poco, pero él tampoco cede y te avienta el mueble muy seguro de si mismo; como ya estás más adelantado que él pasas primero, pero al de atrás no le quedó de otra más que darle el paso. El comportamiento de este sujeto es el del clásico Don Juan, un poco parecido al adicto sexual pero con menos autoestima. Es el tipo que en el antro ve a una chava sola o con un par de amigas y no pierde la oportunidad de ligar. El que insiste y se avienta con todo, aunque al final sepa que lo van a batear. Seguramente las conductoras experimentadas podrán escabullirse y evitarlo, pero las novatas caerán sin saber que es todo un oportunista.

Ahora ya lo sabes, la siguiente vez que estés atoradísimo en el tráfico y agaches la cabeza para mirar por enésima vez el reloj, regreses la vista para ver si por fin llegó el momento de avanzar y lo que ves es a un aprovechado colándose delante de ti, recuerda que puede ser un eyaculador precoz o padecer disfunción eréctil. Mientras tanto ve pensando: Tú ¿Con cuál te identificas?