Sobre el templo de Tezcatlipoca

Al avanzar apenas unos metros más en la primera cuadra de Moneda, se encuentra el antiguo Palacio del Arzobispado.

Martín López fue el carpintero que dirigió la construcción de los bergantines para el asedio, por el lago de Texcoco, de la gran México-Tenochtitlan. Por sus servicios a la Corona, una vez terminada la guerra, recibió unos buenos solares cerca del palacio virreinal y sobre lo que, se cree, era el templo de Tezcatlipoca, en los límites de lo que fuera el recinto sagrado mexica. En sus primeros tiempos, la calle se identificó popularmente con el nombre del carpintero sevillano; era común nombrar las calles por las personas o instituciones que en ellas se sentaran.

Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la Nueva España, compró a López esos terrenos para construir, cerca de la Catedral, la primera sede episcopal en 1530. El arzobispo Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta, que gobernó la diócesis de 1730 a 1747, ordenó una remodelación que le dio su actual aspecto barroco.

El patio ahora es un inesperado remanso de paz. Quizás es el único patio original de la primera construcción; una hermosa fuente oval, “única en América”, que data del siglo XVI es el tesoro escondido de este patio.

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moneda5 (Roberto Marmolejo.)

Silencioso, pequeño, fresco, rodeado de árboles frutales, con unas bancas diseñadas por la artista Remedios Varo, apenas se creería que en medio de la caótica Moneda, el visitante puede sumergirse en una calma semejante a la de hace cinco siglos.

De campanas e imprentas

Al atravesar Primo de Verdad, en la siguiente esquina está la Casa de la Primera Imprenta de América. Bautizada así y convertida en centro cultural por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en 1994, es otro ícono fundacional de Moneda.

Por petición del virrey Antonio de Mendoza y del obispo De Zumárraga, el impresor sevillano Juan Cromberger envió a la Nueva España a su colega Juan Pablos, quien llegó en compañía de su esposa y dos ayudantes para que fundara y operara un taller de impresión tipográfica que atendiera la demanda de publicaciones necesarias para la evangelización.

Corría 1539. Ese mismo año se publicó el primer libro del continente: Breve y más compendiosa doctrina christiana en lengua mexicana y castellana, según un tríptico informativo de la UAM.

Sin embargo, la historia de la casa no acaba allí: se ha documentado que fue en este solar donde, en 1527, se fundieron las campanas de la primera catedral por órdenes de De Zumárraga. Por ese motivo se le llamó popularmente Casa de las Campanas.

Hoy, como centro cultural es muy activo: hay cursos y talleres de literatura, de encuadernación, dibujo y redacción, entre otros.

“La casona data fundamentalmente del siglo XVIII, como muchas otras del Centro Histórico. Las ventanas en H y su sobriedad, son características de la arquitectura civil de ese momento”, explica David García, museólogo y director de REC Recorridos culturales, empresa que ofrece un paseo temático por Moneda.

Pero conserva algunos elementos de los siglos anteriores, como las salas colindantes con Santa Teresa la Antigua, que fueron parte del convento carmelita de San José. Y en el primer piso, en la Galería José Guadalupe Posada, se pueden apreciar restos de las cenefas (restauradas) que decoraban los muros de aquel edificio religioso.

Todas las culturas en Moneda 13

A la mitad de la calle, al paseante se le ofrece la posibilidad de conocer las culturas del Medio Oriente, las del Pacífico o las del Mediterráneo. Esto al cruzar los enormes portones del Museo Nacional de las Culturas (MNC), ubicado en el número 13, junto a Palacio Nacional.

La historia del edificio pareciera confirmar que la calle de Moneda estaba destinada a ser la primera en todo.

En 1535, al arribar a Nueva España, el virrey Antonio de Mendoza traía en su equipaje una cédula de la Corona Española que disponía la creación la Real Casa de Moneda.

Se eligió para construirla el emplazamiento de “las casas viejas” de Moctezuma, propiedad de Hernán Cortés, donde ahora se sitúa el Nacional Monte de Piedad. Por azares de la suerte, no se levantó allí. La Casa de Moneda estuvo alojada temporalmente en el palacio virreinal.

Justo detrás del palacio, sobre “las casas nuevas” de Moctezuma —allí había estado la Casa Denegrida, un recinto pintando de negro donde el emperador solía retirarse a meditar— se inició en 1570 la construcción de la Casa de Moneda. La mudanza de la institución a su nueva sede sería hasta 1731. A esto debe Moneda su nombre. Más tarde, la inestabilidad causada por el movimiento de independencia motivó el traslado de la Casa de Moneda a la actual calle de Apartado.

En 1825, en el edificio de Moneda se fundó el primer museo de América, por iniciativa de Guadalupe Victoria, primer presidente de México. En 1865, un decreto del emperador Maximiliano de Habsburgo le cambiaría el nombre a Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia, y le añadiría colecciones de piezas prehispánicas e historia natural. El crecimiento de las colecciones, en el curso de un siglo, resultaría en la formación de tres museos nacionales: el de Historia —trasladado al Castillo de Chapultepec en 1940—, el de Antropología e Historia —llevado a Reforma en 1964— y el de las Culturas —fundado propiamente en 1965— que se quedó en Moneda.

En el vestíbulo se puede admirar Revolución (1938), el único mural de Rufino Tamayo con temática social, y en el patio principal, disfrutar un rato de quietud.

La arqueóloga Elsa Hernández Pons, quien hizo excavaciones en este inmueble, cuenta que la primera Casa de Moneda se construyó sobre las plataformas de desplante de las casas del emperador azteca, para darle estabilidad y perdurabilidad al nuevo edificio. Esos estratos y una pequeña parte de algún muro de la Casa Denegrida todavía se pueden apreciar a través de tres ventanas arqueológicas, otra de las sorpresas de este espléndido recinto.

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