A finales del siglo XIX algunos empresarios pidieron a la ciudad planear la construcción de un nuevo panteón, pues los existentes estaban sobrepoblados; finalmente la ciudad otorgó el permiso. Los arquitectos encargados de su diseño se inspiraron en la composición de famosos cementerios franceses como el de Pere Lachaise y el de Montparnasse, por este motivo el Panteón Francés posee una calzada principal que remata en una capilla funeraria, alrededor de ésta se encuentran todos los mausoleos. La entrada del cementerio está enmarcada por la frase Heureux qui mort dans le seigneur, es decir, Dichoso aquel que muere en el Señor; es un indicio del origen extranjero de muchos de sus ocupantes y sus familias, de las más encumbradas durante el mandato de Porfirio Díaz.

¿Por qué vale la pena pasar por un susto?

Porque el diseño arquitectónico de sus mausoleos ha maravillado a propios y extraños por poco más de un siglo. Es como entrar a un reino poblado de pequeños palacios y magníficas esculturas, verdaderas obras de arte, realizadas por arquitectos famosos de la época.

También de gran presencia arquitectónica es la capilla funeraria, que tiene un discreto estilo gótico.Pero sin duda alguna, lo más característico de este camposanto son los árboles. Por alguna razón, estos testigos mudos del paso del tiempo no tienen simetría y algunos tienen formas y colores poco usuales. Si vas a visitarlo, no olvides pasar por el Memorial de los Caídos en la Segunda Guerra Mundial un lugar bello y tranquilo, pero con una vibra un poco densa.

Av. Cuauhtémoc 408, Col. Buenos Aires.