Esa turbulenta etapa entre la década de los ochenta y la de los noventa dejó en México, además de una situación económica terrible, una crisis en la manera de vestir: los jóvenes ya no sabían si vestirse con chamarras de mezclilla o al estilo playero.

Las mujeres usaban perfumes dulces, pero querían verse rudas. No sabías si tu modelo a seguir era Chayanne o Phil Collins. Tampoco había mucho dinero para cambiar de ropa, así que a veces se hacían combinaciones tan aberrantes como un pantalón de pana con una playera tipo Polo.

Recordemos la moda de esta etapa ochentera-noventera mientras vas a la cocina y sacas un Raspatito del congelador. Saca el Aqua Net, acomódate antes de que empiece Salvados por la Campana y dinos qué recuerdas de esta lista de ropa retro.

La ropa Aca Joe (Acapulco Joe, en su versión original) no estaba limitada a los supermercados como ahora, sino que tenía tiendas en México, Estados Unidos y Centroamérica en las que podrías encontrar ropa con la que se vestían hasta los de Simply Minds. La única marca que le daba batalla en los aparadores era Furor ¿Quién no usó un chaleco de mezclilla con mil bolsas?

¿Zapato color verde, rojo quemado y café? Seguro era Perestroika de Canadá, una línea que se colgó del fin de la U.R.S.S. para hacerte creer que eran cacles globalizados. Desde la Plaza Roja hasta la Lagunilla, eso sí es democracia.

Ir por la calle y percibir ese aroma dulzón: todas las chicas usaban perfume Colors. Luego cambiaron a Tribu que era más sofisticado (¡el de la botellita café!) y de ahí al Anaís Anaís, que olía a florería y que era la cosa más cursi del mundo.

Los hombres de verdad usaban Stefano (“Stefano, el hombre”). Algunos usaban Drakkar Noir, Paco Rabanne y los papás la horrorosa English Leather con tapa de madera, que por cierto, tiene un revival este año.

¿Qué nos dicen de los tenis? A algún diseñador se le ocurrió colocarle una ventanita de plástico a un lado en donde iba insertado un cartoncito de colores. Este cartoncito era intercambiable para que se viera diferente (aunque estuvieran más sucios que trapo de taquero).

Otra de tenis: hubo un tiempo que los tenis canguro ruleaban: tenían una bolsita al lado para que le echaras monedas o tu boleto del metro… como si los jeans no tuvieran suficientes bolsas. Esperen… esos tenis han regresado.

Pantalones de pana marca Cimarrón y de polyester marca Sergio Valente. Uno no sabía si eran marcas buenas, o de plano son las que nos caían de rebote pero eso sí, nunca se decoloraban.

Marcas de jeans que no sobrevivieron al cambio de siglo: Dayana, Topeka, Aplausso, Vagabond (promocionada por una joven Yuri), Oh la lá Sassón, Brittania y Jordache. Mezclilla tan dura como si te pusieras un traje de minero. Para distinguirse, la bolsa trasera del pantalón lucía el logotipo bordado y garigoles.

El look playero en la ciudad era una cosa espantosa: uno podía ver en la calle a personas con sus slip on o top sider (hoy de regreso). También cachuchas de tela, playeras blancas con estampados enormes en la espalda (nunca al frente). La marca Ocean Pacific reinaba en esta ondita Acapulqueña- defeña.

Otras marcas de zapatos hoy casi desconocidas: Dingo, Le Coq Sportif, Kaepa. Más populares eran los “Pump” que tenían una pequeña válvula al frente… para que los inflaras. Los fabricantes nos explicaban que al “inflarlos” tus tobillos estaban bien protegidos y podrías jugar basquetbol sin riesgo ¡ajáaa!.

¿Qué otras marcas de ropa, tenis o zapatos ochenteras y noventeras recuerdan?